Diario de Valladolid

LA ESPUELA. ENTREVISTA A VÍCTOR PÉREZ, EXPERTO EN RELOJES MEDIEVALES

«No mato el tiempo, es lo más valioso; sería como tirar diez euros a la basura»

Burgalés de Miranda de Ebro, historiador con aspecto de hipster, es una eminencia en el estudio de relojes públicos del XIV al XVI en la Corona de Castilla. Su investigación le ha valido un premio de la Fundación Juanelo Turriano, entidad que lleva el nombre del relojero de Carlos V. A punto de leer su tesis en la UVA, el próximo año viajará a Greenwich para documentar la trayectoria de un reloj astronómico.

-MIGUEL ÁNGEL SANTOS

-MIGUEL ÁNGEL SANTOS

Publicado por
Esther Neila
Valladolid

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Pregunta.- ¿Cuántos relojes tiene?

Respuesta.- Media docena. Los que más uso son este de pulsera, art decó de los años 20 ó 30. Y este otro, de bolsillo, de finales del siglo XVIII, un reloj inglés que funciona a las mil maravillas.

P.- Cuando le paran por la calle para preguntarle la hora y usted saca del bolsillo esa joya, la gente tiene que alucinar.

R.- Alucinan más cuando me ven con la cámara de fotos: una Zeiss de los años 30. Me han llegado a preguntar: ¿y qué tipo de clavija usas para enchufarla al ordenador?

P.- ¿Izquierda o derecha?

R.– Izquierda, siempre.

P.- ¿Para todo?

R.- Para llevar el reloj sí.

P.- La universidad está llena de eternos becarios. ¿La investigación está en horas bajas?

R.- ¿La investigación? ¿Qué es eso? Tenemos gente preparadísima que trabaja una barbaridad y llega a una vía muerta. Para el país es una pérdida humana y de inversión.

P.- ¿Le gustan las nuevas tecnologías?

R.- Me gusta la tecnología, en singular. Es un elemento determinante en la historia de la humanidad. Pero las nuevas, no. La mayoría no aporta nada. ¿Para qué quiero un iPhone 45 que hace fotos a cámara lenta? ¡Si es que a lo mejor no sé ni hacer fotos!

P.- ¿No tiene móvil?

R.- Sí, y se lo voy a enseñar [rebusca en los bolsillos de su chaqueta y planta en la mesa un aparato de antepenúltima generación]. Quince días me dura la batería. Viajo sin cargador.

P.- ¿Porque lo carga a manubrio?

R.- Podría tener manivela, sí. El exceso de información perturba, es repetitiva, nos sobra. La información es fundamental, pero gestionarla es complicadísimo.

P.- ¿Qué día le gustaría repetir una y otra vez como Bill Murray en Atrapado en el tiempo?

R.- Ninguno. Estoy satisfecho con muchísimos momentos, pero siempre buscaría otro día nuevo.

P.- ¿En qué suele perder el tiempo?

R.- A veces en ver la tele. Aunque sean cinco minutos al día, son cinco minutos perdidos.

P.- ¿Hay que ser un poco freaky para dedicarse al estudio de la relojería medieval?

R.- Puede. Hay que ser original para hacer una tesis de algo nuevo y que pueda generar interés.

P.- ¿Cuál era el último grito en relojes públicos allá por el XV?

R.- Era un elemento de moda, un adorno de prestigio. Las ciudades competían por tener el mejor, el más grande. Además de ordenar de la vida de la gente era una distinción, un signo de prosperidad.

P.- ¿Y cómo influyeron las manecillas en la vida cotidiana?

R.- Hasta entonces se empleaban las horas canónicas o el mediodía o simplemente se tañía la campana. La implantación del reloj permite más previsión. A partir de la segunda mitad del sigloXV se van viendo las horas en las ordenanzas de las ciudades, en la regulación de los mercados, los cierres de puertas, las reuniones de concejos…

P.- ¿Entonces se cambiaba la hora para ahorrar energía?

R.- No, es cuestión de finales del XIX y principios del XX. Hasta que no apareció el ferrocarril y el telégrafo, todos los relojes mecánicos marcaban la hora del reloj solar. Desde La Coruña hasta Barcelona puede haber quince minutos de diferencia solar. Y eso es importante para regular el horario del tren o para una transmisión telegráfica. Ahí es donde se crea el tiempo coordinado con la referencia del Observatorio Astronómico Nacional. Luego se da un paso más y se hace la hora mundial, con la referencia en el meridiano de Greenwich.

P.- ¿Qué le parece la propuesta de Rajoy de adelantar a las 18 la hora de salida del trabajo?

R.- Bueno, no sé si debería opinar de las propuestas de Rajoy.

P.- Tómese su tiempo…

R.- A lo mejor no es cuestión de cambiar horarios, sino de hacer una ley laboral justa y de que los

horarios se cumplan. Pero de verdad. Y se paguen las horas extra.

P.- ¿Alguna vez se ha equivocado en Nochevieja con los cuartos?

R.- Es que no como las uvas. Me atiborro a cordero y polvorones y ya es para morir.

P.- ¿Hay cuerda para Rato?

R.- Depende de qué entendamos por cuerda. Más cuerda debería haber, en general.

P.- O ‘poner más pilas’ a la justicia.

R.- Sí, porque a veces alguien quiere hasta ponerle un interruptor, para apagarla.

P.- ¿Cómo mata el tiempo?

R.- Yo no mato el tiempo, es lo más valioso que hay. ¿Coges un billete de diez euros y lo tiras a la basura? No, ¿verdad? Si consigues trabajar puedes ganar dinero, pero el tiempo no hay manera de ganarlo. Tienes el que tienes –que no sabes ni cuánto es– y no lo puedes desperdiciar. Siempre hay algo que hacer.

P.- ¿En Castilla el tiempo pasa más despacio que en otros lugares?

R.- El tiempo del reloj, que es objetivo y matemático, pasa igual. El tiempo relativo sí pasa más despacio en esta tierra tradicional;a veces parece atemporal.

P.- ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?

R.- Depende. Hay que aprender de todo, incluso del pasado que fue malo. Si no aprendes de ello, es tiempo perdido.

P.- ¿El tiempo todo lo cura?

R.- Sí, pero también depende de la actitud positiva. Uno puede controlar muchas más cosas de las que cree. De hecho, creo que esa es la clave de la felicidad.

CON PUNTUALIDAD. La quedada es al mediodía y llega puntual al claustro de Santa Cruz. Elige hacerse la foto junto al restaurado reloj suizo de mediados del XIX que otrora marcaba las horas en la antigua fachada de la Universidad.

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