Diario de Valladolid

LA ESPUELA: ENTREVISTA A JAVIER DEL CAÑO, PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN DE CONFITEROS

«Te pueden recortar la pensión, pero no el roscón de reyes»

Vallisoletano sin pueblo. Cuando empezó en el mundo de la repostería no diferenciaba la nata de la crema. Criador de conejos de angora en una granja del Camino Viejo de Simancas. Desde hace 20 años está al frente de la pastelería Chus

Javier del Caño, Presidente de la Asociación de Confiteros.-Pablo Requejo

Javier del Caño, Presidente de la Asociación de Confiteros.-Pablo Requejo

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Estibaliz Lera

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Amante de la naturaleza en solitario. Huye de los deportes mayoritarios. Motero y submarinista. Con solo ocho años se compró unas gafas de buceo. «La sensación de ingravidez que tienes debajo del agua hay que probarla, no se puede contar», asegura. Se ha metido en todos los ‘charcos’. Su hija es su mayor tesoro, aunque cuando su mujer le dijo que era una niña estuvo una semana sin hablarla. «Yo quería un chico. De hecho la he criado como si lo fuera», reconoce con una sonrisa. Su mejor carta de presentación.

Pregunta.- A nadie le amarga un dulce, ¿y a un pastelero?

Respuesta.- Un pastelero tiene que ser goloso. A mí me gusta demasiado el dulce y aunque las analíticas me dan bien, el día que me falle el páncreas me caigo con todo el equipo.

P.- Habla mucho y también bucea, ¿no se calla ni debajo del agua?

R.- Jejeje... Es más, algunas veces, me comunico abriendo la boca debajo del agua. Lo bueno es que no nos oye nadie.

P.- ¿Cuántas atmósferas de presión supone estar al frente de la Asociación de Confiteros?

R.- No supone ninguna presión. Al contrario, es un auténtico placer hacer actividades y que el público las secunde. Me sonrojo cuando veo 8.000 personas esperando durante varias horas para recibir un trozo de tarta de la Virgen de San Lorenzo.

P.- ¿En el gremio hay mucho pasteleo?

R.- Somos pocos y bien avenidos. El 90% de las confiterías de Valladolid están asociadas y hay buena armonía. Lo que nos falla es la provincia donde solo tenemos el 50% de los obradores. Para ayudar a estas pastelerías hacemos actividades como el postre vacceo.

P.- Las pastelerías han inundado la ciudad, ¿es para endulzar la crisis?

R.- Es huir hacia delante. Hemos pasado unos años muy difíciles. También es verdad que nuestro sector es el que menos lo ha notado, porque te pueden recortar la pensión, pero no te pueden quitar el roscón de reyes.

P.- ¿En qué momento el pan se ha convertido en un pastel?

R.- Antes se consumía barras de riche porque había que comer pan. Ahora los jóvenes demandan pan con cereales, rústico... Por eso tiene tanto tirón. Además, solo con pastelería es difícil vivir. No tanto por el tema de la crisis, sino por el cambio en los hábitos sociales y por la moda del engorde.

P.- ¿El pan es el nuevo gin tonic?

R.- Dentro de panadería puede ser, pero en pastelería no. Hay que diferenciar entre panadería que vende dulces y pastelería que vende pan. Es obvio que el pan es la tarjeta de fidelidad del cliente.

P.- ¿Han ido muchos políticos a comprar suizos a su local?

R.- [Piensa durante un largo rato]. No por vergüenza. Sería un compromiso porque la duda estaría en pagar con tarjeta o en efectivo... jejeje.

P.- ¿A quién daría un tartazo?

R.- Es una pregunta muy directa y por respeto no voy a decir ningún nombre. Pero simplemente con leer la prensa se me ocurren unos cuantos. [¿Se nos acabarían las tartas?] No hay obradores suficientes para repartir tartazos para tanto corrupto. No creo en el sistema.

P.- ¿La política tiene fecha de caducidad?

R.- Es un sistema caduco. Lo que necesitamos son administradores que aparten la ideología de la gestión. No se puede dirigir un país dando bandazos. Lo único que se consigue es confrontar al pueblo. Seguimos en una España profunda donde son los políticos los que crean ese caldo de cultivo.

P.- ¿Se ligó a su mujer con el piropo: ‘Tu madre debió ser pastelera porque un bombón como tú no lo hace cualquiera’?

R.- Jejeje... Me hice cliente de mí mujer y así la conocí. Aprovechaba cuando nos estaban mis suegros en la pastelería y le pedía un dónut. Engordé varios kilos.

P.- Entonces, ¿su matrimonio vino con un pan debajo del brazo?

R.- Llegó repartiendo pasteles. El día de la boda según íbamos al juzgado nos tocó ir a dejar unos pasteles. Mi mujer iba en una mano con el ramo de flores y en la otra con la caja de dulces y yo a su lado vestido de pingüino. Fue una estampa de lo más romántica.

P.- Dígame: ¿quién lleva los dulces en casa?

R.- Los pantalones les lleva ella, así que los dulces también.

P.- Su grupo favorito será Azúcar Moreno...

R.- No. Soy más de salsa. El merengue me encanta y me gustaría saberlo bailar. De momento, solo sé comerlo.

P.- ¿Con qué pastel se conquista?

R.- Con la tarta de San Valentín.

P.- Para crear hay que tener un punto de locura... ¿No se ve un poco loco?

R.- No. La creatividad hay quien tiene suerte y nace con ella y hay quien aprende por el camino. A la hora de hacer dulces todo está muy medido. Si te pasas unos gramos la receta no sale.

P.- ¿Cuál es el postre del que se siente más orgulloso?

R.- Mi bollería, la mimo mucho. Y la verdad es que el público te lo agradece.

P.- Tarta de San Lorenzo, de la Feria del Libro, de San Pedro Regalado, ¿los Pingüinos también tendrán su propio postre o es que la situación anda demasiado amarga?

R.- A pesar de ser motero nunca he ido, no me gustan las concentraciones masivas, pero ahora que lo dice estaría bien crear un pingüino que se emborrache con licor del polo.

P.- ¿Qué le intimida más, descender 50 metros en el agua o la noche de Reyes?

R.- Meterme en una sima profunda me da placer, visualizar la noche de reyes me da pánico. Trabajas por inercia, porque si te paras a pensar todo lo que se te viene encima huirías del país. Empiezo el día 4 y no paro de cocer hasta la mañana del 6. Desayuno, como y ceno roscón acompañado de red bull.

P.- Jesús Hermida le invitó a usted y a sus conejos de angora a un programa suyo, ¿qué anécdotas recuerda de ese día?

R.- Cuando llegué a Valladolid me enteré de que a Nieves Herrero le había salido una alergia por el pelo. Le dejé un ‘regalo’ sin querer.

P.- ¿Dulce o salado?

R. - Las dos cosas. Es un placer disfrutar de un chuletón con su guarnición y de postre una ración de tarta.

P.- ¿Crema o chocolate?

R.- Crema. Soy muy goloso y el chocolate solo me gusta si es bajo en cacao.

P.- ¿Qué cosas endulzan la vida de un pastelero?

R.- Me endulza mi hija y la relación con mi mujer que, a pesar de trabajar juntos, es una compañera incondicional de vida. Tener a alguien así a tu lado es increíble. Y luego mi actividad profesional. Estar al frente de la asociación me llena bastante, pero lo primero es mi familia.

P.- ¿Su mejor momento del día?

R.- Cuando termino en la pastelería sobre las diez de la noche me voy al bar La Tartana, allí me tomo un vino y me fumo un cigarro. Es como cuando acuestas a los niños y sientes que ya lo tienes todo hecho.

P.- Para finalizar, ¿qué le queda por hacer?

R.- Vivir. Tengo 54 años y no he vivido. La década entre los 60 y los 70 es una época muy buena donde la naturaleza te pone en el lugar que te corresponde y pasas de una vida activa a una vida contemplativa. Aunque tampoco me veo sin hacer nada. Una ONG estaría bien.

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