Diario de Valladolid

Sociedad

Un informe revela que el perfil de la prostituta en Valladolid es de 35 años, extranjera y con hijos

El estudio de Aclad indica que un 34,72% no se realiza las revisiones médicas mínimas y el 23,6% afirma haber sufrido alguna infección de trasmisión sexual

Una prostituta en una vía secundaria de la provincia de Valladolid-Ical

Una prostituta en una vía secundaria de la provincia de Valladolid-Ical

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El perfil de la prostitución en Valladolid responde a una mujer de unos 35 años y con hijos, de origen extranjero y que se encuentra en España en situación legal, según un estudio elaborado por la Asociación Castellano y Leonesa de Ayuda al Drogodendiente (Aclad) por encargo del Ayuntamiento. Estas mujeres poseen generalmente estudios primarios o secundarios y han viajado a España gracias al apoyo económico de sus familias.

El estudio, junto con otras actuaciones de carácter social, es el resultado de uno de los compromisos del equipo de Gobierno en el Consistorio, adquirido en el grupo de trabajo constituido por los tres partidos con representación política municipal (PP,PSOE e IU). Previamente se acordó en un pleno abordar este tema, fundamentalmente por las circunstancias de las mujeres que ejercen la prostitución en la calle.

Los datos del estudio fueron dados a conocer por el alcalde, Francisco Javier León de la Riva; los concejales de Desarrollo Sostenible y de Bienestar Social, Jesús Enríquez Tauler y Rosa Hernández del Campo, respectivamente; la presidenta de Aclad María Gutiérrez Cortines; el técnico de ésta entidad, José Manuel Martin; y la directora del Centro Albor de las Hermanas Oblatas, Leonor Nieto Arévalo.

Tras los resultados obtenidos, se ha comprobado que un 65% de las mujeres entrevistadas ejerce la prostitución en pisos -aunque también en clubs y en pocos casos en la calle- y realizan una jornada de trabajo de más de doce horas, con una media que no llega a los tres clientes por día. El acceso a este entorno se realiza principalmente a través de amistades que ya ejercían con anterioridad.

En el estudio se comprueba que un número importante de clientes se niega a usar el preservativo o pone dificultades en su empleo (38,2%), frente a un 3,4% que no acepta su utilización. A pesar de que perciben el riesgo de algunas prácticas sexuales, las entrevistadas las llevan a cabo en importante número de casos (58,4%).

Otro de los datos relevantes es que el 60% de estas mujeres no tenía intención de ejercer la prostitución cuando llegó a España. Además, un 44,9% afirma conocer casos de mujeres que han sido obligadas y un 23,8% declara haber conocido casos de menores que han ejercido la prostitución.

En general el colectivo presenta una gran estabilidad o arraigo a Valladolid ya que viven en lugares propios (alquiler y propiedad) y diferente al lugar del ejercicio de la prostitución, con sus parejas e hijos. La mayoría de personas migrantes son legales y en raras ocasiones han contraído una deuda una deuda con una red de tráfico de personas. En todos estos casos han podido devolver el dinero prestado en pocos meses. La mayoría de ellas empezaron la actividad siendo jóvenes, alguna incluso reconoció que lo hizo siendo menor de edad.

Revisiones médicas escasas

Por otra parte, el estudio desvela que un 34,72% de las mujeres no se realiza las revisiones médicas mínimas para detectar posibles infecciones, según aseguran ellas mismas. Mientras tanto, el 23,6% afirma haber sufrido alguna infección de trasmisión sexual en el ejercicio de la prostitución.

En cuanto a la evolución de este colectivo desde 2006 han disminuido sus ingresos económicos, debido a la bajada del número de clientes (2,54 frente a 5,49), así como el precio de los servicios. Un 70% se ha planteado dejar la prostitución si las condiciones económicas se lo permitiesen.

Otro dato aportado en el sondeo realizado entre las mujeres de este colectivo revela que un porcentaje importante fuma tabaco, mientras una minoría consume otro tipo de drogas como cocaína, cannabis, etc. En ocasiones este consumo se lleva a cabo con los clientes, fundamentalmente por las personas que ejercen en los clubs de alterne. No obstante, la gran mayoría de las personas entrevistadas tienen afirman estar satisfechas con su estado de salud.

El estudio realiza por Aclad para el Ayuntamiento de Valladolid pone de manifiesto además que ha aumentado la violencia de género dentro de la pareja en este grupo de mujeres y un mayor número de conductas de riesgo, y que más del 70% se siente muy sola en el ámbito de sus relaciones sociales.

Respecto al último informe llevado a cabo en 2006, la población estimada de mujeres que ejerce la prostitución en la ciudad, ha bajado ya que hace ocho años estaba en torno a la cifra de 360-400 y actualmente ha quedado cifrada en 174-200. Sigue siendo mayoritario el perfil de las que trabajan en pisos, mientras que han cambiado las causas ya que años atrás la situación de las prostitutas se asociaba a la migración y obedece más a la situación de crisis económica.

Acciones desarrolladas

El Ayuntamiento de Valladolid destacó además las acciones desarrolladas en el ámbito de la intervención social con mujeres prostituidas desde los programas desarrollados por el Centro de Día Albor y por Aclad, en los proeyctos Lena y Lúa, respectivamente. Ambos programas cuentan con financiación municipal

En concreto, el Centro de Día Albor ha atendido a lo largo de 2014 a 343 mujeres, de las que más del 60% eran inmigrantes. Se ha realizado más de 2.700 intervenciones en la calle, mientras que la cifra de atenciones de apoyo en el Centro de Día alcanza las 9.200.

Por su parte, también en 2014, el proyecto Lúa desarrollado por Aclad se ha plasmado en la organización de veintiséis talleres, la atención médica, social y psicológica a 140 usuarias, y la formación de doce mediadores. En ambos casos, la actuación ha ido acompañada de reparto de material preventivo.

Según explicó el alcalde, Francisco Javier León de la Riva, hay dos líneas fundamentales a seguir, que pasan por integrar a las mujeres que ejercen la prostitución en el ámbito laboral, por un lado, y prevenir la violencia de género hacia ellas puesto que se encuentran en una situación de especial vulnerabilidad, por otro.

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