Diario de Valladolid

La red de tanques de tormentas de Valladolid para retener vertidos cuando llueve

La ciudad tiene 18 estructuras, todas ellas subterráneas a excepción de la ubicada en la EDAR, para almacenar excesos de caudal cuando la depuradora llega a su límite en episodios de lluvia intensa

El gerente de Aquavall, Pedro Arroyo, explica el funcionamiento de un tanque de tormentas.- PHOTOGENIC

El gerente de Aquavall, Pedro Arroyo, explica el funcionamiento de un tanque de tormentas.- PHOTOGENIC

Publicado por
Laura G. Estrada
Valladolid

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Puede estar sentado en uno de los bancos de Villa del Prado que hay junto a las Cortes observando el trajín de coches que circula por la avenida de Salamanca y no ser consciente del tesoro que hay bajo sus pies . También puede estar practicando ‘parkour’ en La Overuela y no saber que, enterrada bajo la pista deportiva, hay otra desconocida infraestructura , cuya presencia resulta fundamental cuando cae una intensa lluvia en Valladolid . En ambos entornos se encuentran dos de los jóvenes aliados de la depuradora que actúan como acumuladores de agua cuando los excesos de caudal pueden provocar problemas, sobre todo de contaminación. 

Se trata de los tanques de tormentas , que ayudan a retener la masa de agua ‘sobrante’ cuando la red sufre picos de saturación, hasta que se supera la punta de avenida. En la ciudad se contabilizan dieciocho , todos ellos sepultados, a excepción del que se encuentra en la propia Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR), el más grande y único construido a cielo abierto, con un volumen de 7.500 metros cúbicos. 

¿Por qué son tan importantes? Porque ante un episodio de fuerte lluvia el colector no tiene capacidad para transportar y tratar una masa de agua desmesurada y, si no fuera por su presencia, ese exceso provocaría inundaciones o acabaría en la red hídrica sin una depuración previa. El perjuicio para el medio ambiente sería incuestionable, porque precisamente el primer caudal cuando cae una tormenta es el más contaminante, debido a la cantidad de sedimentos que arrastra, tanto de las tuberías como del pavimento.

Colillas, hojas, aceite de los coches... Toda esa suciedad que barren las primeras gotas son las que almacenan los tanques de tormentas hasta que la depuradora recupera su ritmo de funcionamiento habitual y tiene posibilidad de filtrarla para que llegue limpia a la red hídrica. 

«Son como una sala de espera. Cuando la depuradora no puede atender en un momento determinado tanto volumen de agua, los tanques de tormentas la retienen y la van liberando después, cuando su capacidad se lo permite», explica el gerente de Aquavall, Pedro Arroyo, como metáfora para entender su funcionamiento.

El ubicado en Villa del Prado, protagonista de una visita para conocer cómo son este tipo de instalaciones ocultas a la vista de los viandantes, es uno de los más nuevos y data aproximadamente de 2004. Como ocurre con la mayoría de los dispuestos en la ciudad, su construcción coincide con la expansión urbanística de un barrio, cuando resulta más fácil planificarlos. De hecho, los tanques de tormentas son estructuras relativamente recientes en Valladolid y se han configurado en el último cuarto de siglo

En ellos, las aguas residuales discurren por su canal  ‘normal’ hasta llegar a la depuradora, pero cuando ese reguero aumenta de forma repentina con un volumen desmesurado en una tormenta, rebosan a una cavidad anexa para que la masa quede retenida en una suerte de piscina . Sólo si esa piscina acumula la máxima capacidad para la que está diseñada, el agua pasaría a una salida al río sin haber recibido tratamiento. 

Esta posibilidad, la de evacuar directamente al Esgueva, al Pisuerga o al Duero sin el filtrado previo de la depuradora, no significa que lleguen vertidos contaminantes, precisamente porque la suciedad queda acumulada en los tanques de tormentas. Así que, lo que pudiera acabar en la red hídrica se considera prácticamente agua de lluvia. 

«Para avisar de que el sistema empieza a aliviar al río sin depurar tenemos un lector de cota , que mide la lámina de agua y manda una señal cuando alcanza el máximo», explica el gerente de Aquavall señalando un dispositivo parecido a una pequeña cámara con sensores, antes de aclarar que no es habitual superar los niveles de contaminación estipulados por la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD). 

«Una o dos veces al año» calcula Pedro Arroyo que estos depósitos subterráneos se desbordan porque ya no son capaces de almacenar más agua; y e ntre ocho y diez veces al año actúan como retenes . Es decir, trabajan de manera muy puntual. ¿Cuándo? Tiene que caer algo más de un chaparrón . «Se necesita mucha intensidad de lluvia. Para que el agua empiece a rebosar, tiene que llover entre 15 y 20 litros en menos de veinte minutos», calcula el responsable de la entidad pública municipal encargada de la gestión del ciclo integral del agua de Valladolid.

La última vez que activaron su función de almacenaje y de prevención de inundaciones fue a mediados de octubre , con el azote de una borrasca que dejó imágenes tan impactantes como las de las ‘cascadas’ en las bocas de metro de Madrid. 

Una vez finaliza el episodio, los tanques de tormentas van liberando poco a poco el agua acumulada con destino a la depuradora , hasta que quedan vacíos, como un garaje sin coches. Llega entonces el momento de limpiarlos, porque en su suelo quedan restos de suciedad. Pero aquí todo está automatizado y el lavado se hace gracias a unos volquetes giratorios con capacidad para 4.000 litros de agua, que se vacían de repente cuando están llenos para que, al liberar de golpe tal cantidad, la fuerza arrastre los ‘posos’. 

La mayoría de los tanques de tormentas de Valladolid –cada uno con una capacidad diferente– funcionan de esta manera, aunque no todos. El de La Galera y el de San Cristóbal son lineales, es decir, hay tramos con el conducto más ancho para retener el excedente de agua; y el de la EDAR está construido a cielo abierto . Además de no estar enterrado, es el más grande y se complementa con el pozo de llegada, que también actúa como regulador. 

En total, los diecisiete tanques de tormentas intermedios de la ciudad pueden almacenar 12.275 metros cúbicos de agua, a los que se suman los 7.500 metros cúbicos que caben en el ubicado en la EDAR, y los 3.000 de regulación en el pozo de llegada. 

«Estaría bien que hubiera alguno más», apunta la directora técnica de producción de Aquavall, María José González, pero en los barrios nuevos ya se han dispuesto y en el centro histórico y barrios adyacentes su construcción sería muy compleja porque se trata de entornos que ya están urbanizados. 

En todo caso, los que existen tienen una importante función como aliados de la depuradora en episodios de abundantes precipitaciones , cuando ésta llega a su capacidad máxima de tratamiento. Es decir, cuando se superan los 10.000 metros cúbicos de caudal por hora.

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