Diario de Valladolid

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Ignoro si existe un catálogo general, exhaustivo y por escrito de todos los bienes patrimoniales que encierran nuestros cientos y cientos de pequeños pueblos, sean monumentos, iglesias, ermitas, capillas, templos, palacios, torres y castillos o cualquier elemento sea un BIC o simples cruceros o rollos jurisdiccionales. Si lo hubiera lo imagino grueso como el libro de la almas en el que San Pedro lleva la cuenta de lo que nos tiene reservado en el más allá. Ese libraco tendría miles de anotaciones sobre los tesoros del pasado que se nos han entregado para que los preservemos, enluzcamos y los custodiemos para las generaciones venideras, en un recuento que es más largo que el de los pueblos de nuestra tierra y ya son muchos. Burgos es la provincia española con más municipios, con 371, que a su vez se disgregan en nada menos que 1.214 pueblos. Todos con su iglesia y su ermita y muchos de ellos, más de una. Aunque se trabaja para su conservación con iniciativas como el llamado ‘convenio de las goteras’ entre el Arzobispado y la Diputación, es imposible llegar a todos los bienes religiosos de la provincia y, más aún, mantenerlos protegidos y a salvo de los ladrones que no dejan de actuar. Desde los ‘piteros’ que expolian los muchísimos yacimientos que pueblan la provincia burgales y el resto de Castilla y León, a los más osados ladrones del patrimonio más valioso, capaces de esquilmar joyas históricas como el mosaico de Baños de Valdearados, del que nunca más se supo, la ciudad romana de Clunia o el milenario monasterio de San Pedro de Arlanza, cuna de Castilla. Si esos profesionales del robo patrimonial se atreven a tanto, que les iba importar dejar sin las campanas de su pequeña ermita a los 8 vecinos de Quintana del Pino, un pequeño pueblo burgalés a orillas de la N-627, la carretera de Santander que va de expolio en expolio. El último con un camión pluma o con elevador para robar la única campana que le quedaba a la pequeña iglesia de San Sebastián, a las afueras del pueblo. Con nocturnidad y alevosía han dejado muda a la espadaña de ese bonito templo al que primero habian dejado desnudo de santos tiempo atrás. Los ladrones se llevaron todos los santos que había en el retablo y sufrió un segundo robo hace nueve años en el que se llevaron la primera campana. Enmudecida y abandonada, es hoy un ejemplo más de la impunidad con la que se delinque en este país. Sean robos patrimoniales, en negocios, en las explotaciones agrarias o la miriada de hurtos de móviles o patinetes. No pasa nada, amigo delincuente. Tú a lo tuyo. Los vecinos de Quintana del Pino verbalizan lo que cualquiera de los ciudadanos al sentirse víctimas de un robo y se declaran «totalmente olvidados por todas las administraciones». Las gentes de bien de las 9 provincias de Castilla y León están hartas ya de la impunidad de los delincuentes y exigen seguridad y mano dura para que la convivencia y los bienes de todos se respeten y salvaguarden

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