Las barbas del vecino y esas cosas
Bajan revueltas las aguas del Arlanzón por tierras burgalesas. Revueltas y turbias, muy turbias, que es aún peor. Y todo porque la alcaldesa de la capital, la ‘popular’ Cristina Ayala, se abrazaba con fuerza a los postulados de sus socios de gobierno de la derecha extrema y decidía seguirlos para dejar sin ayudas a varias oenegés. Abrazo que le duraba a la regidora hasta que le enmendaban la plana desde arriba, vamos los que mandan en su partido, y la obligaban a recular. A decir aquello de ‘donde dije digo digo diego’ o que ella no quería.
Pero el mal ya estaba hecho y estos de la derecha extrema no iban a dejarle irse de rositas. A ellos, las oenegés y todos aquellos que se dedican a atender a los migrantes, muchos de los cuales llegan jugándose la vida huyendo de guerras en su países, les importan lo mismo que las ayudas que les niegan, cero. Es lo que tienen estos de la derecha extrema, ellos son más de las élites y, a ser posible, blancas.
Y, claro, cuando se compra el discurso del odio y xenófobo pasa lo que pasa, que unos cuantos desalmados o sólo uno, nada importa aquí la cantidad, lo aprovechan y se dedican a vandalizar las sedes de las oenegés con insultos racistas. Y es que no todo vale para gobernar y mantenerse en el poder. No se puede renunciar a los principios que siempre se han defendido, o se han dicho defender, en aras de una supuesta estabilidad que es irreal.
En la política, como en la vida, hay momentos en los uno debe plantarse ante actitudes que van contra lo más básico de la condición humana. Y, de no hacerlo, se estará siendo cómplice de la misma bajeza moral de aquellos, los de derecha extrema, a los que se les ve venir de lejos.
Bienvenida sea la marcha atrás de la alcaldesa de Burgos, aunque haya necesitado para ello el clamor de la calle y el empujón de quienes mandan más que ella. Pero está tardando ya en pedir perdón a esas oenegés a las que, por su abrazo a los de la derecha extrema, las ha señalado como lo que no son, una mafia. La mafia son aquellos que señalan e insultan al diferente por el mero hecho de serlo.
Los de la derecha extrema ya tienen trazado el camino. Y si lo han hecho en Burgos, por qué dudar que no lo van a hacer también en otros sitios, léase en Valladolid. Su portavoz Irene Carvajal ya le ha dejado claro al alcalde que lo es gracias a los votos de VOX. Y Jesús Julio Carnero, preocupado. Nótese la ironía.
Si algo está claro es que en Valladolid no va a pasar lo de Burgos. Carnero no es Ayala. Carnero no va a tener que recular porque no va a restar ni un céntimo a ni una sola de las oenegés. Y eso lo sabe hasta la portavoz municipal de VOX. Pero, dicho esto, bien haría el regidor vallisoletano en prepararse para lo de las barbas del vecino y esas cosas.