Sánchez y el cumple de Puente

NO SE LE OCURRE otra cosa al bribón de Pedro Sánchez que montar una amnistía el día del cumpleaños de su amigo y alter ego en las investiduras ajenas, Óscar Puente, para fastidiarle la celebración de la onomástica. Es que no tiene una idea buena, el tío. Por lo tanto hoy al ex regidor vallisoletano no le quedará otra que soplar las velas sobrevenido por el fragor de la amnistía, esa sin la que no sé cómo hemos podido convivir democráticamente durante los últimos cuarenta años en este país. Es más, la gente está enfervorizada y apasionada con la amnistía. Si hasta Tudanca da botes de alegría en la Feria del Chivo, como el consejero Veganzones delante de la sede del PSOE, a la que acude a diario, aunque sin riesgo real de que lo afilien. Están sopesando renombrar la dicha feria y llamarla Feria del Chivo y la Amnistía de Vegacervera y el Castrón Independentista. La gente está como loca con la amnistía. Era lo que necesitaba este país. Creíamos que teníamos de todo y estábamos incompletos. Menos mal que ha llegado la angustia de una investidura y los cargos y sueldos adyacentes para despertarnos del sueño dogmático en el que vivíamos sin amnistía. La gente sale a la calle por la mañana y se pide un café con zumo y amnistía, el cruasán o el pincho de tortilla es un atraso. Ahora sí que avanzamos y progresamos. Sin la necesidad de escuchar a retrógrados como el catalán Josep Borrell, afines a la derecha más ultramontana de Europa, que parece ofuscado con esto de la amnistía, porque es un elitista y no sabe que esto nos iguala a todos. A los ricos los hace más ricos. A los pobres más pobres. Y a los progres más progres. Y no te cuento de los malversadores y terroristas, que si lo saben malversan el doble de billetes y el doble de crismas policiales que rompen los otros y los unos. Hoy el amigo de Sánchez cumple años, al tiempo que Sánchez le pone onomástica a la infamia. Tuyo es el poder y la amnistía por siempre, Puigdemont.