Diario de Valladolid
El secretario general del Partido Socialista de Castilla y León, Luis Tudanca, acude al Parlamento Europeo con una delegación de Juventudes Socialistas de Castilla y León. ICAL

El secretario general del Partido Socialista de Castilla y León, Luis Tudanca, acude al Parlamento Europeo con una delegación de Juventudes Socialistas de Castilla y León. ICAL

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Nadie le puede negar a Tudanca ni a ningún político nuestro de aquí sus buenas intenciones acudiendo a Bruselas con la sana esperanza de que  alguien atienda, en el epicentro de la burocracia bien remunerada de billetes, nuestra súplicas. Pero la despoblación, como el infierno, está plagada de buenas intenciones. Pueden abandonar toda esperanza, si es que albergaban alguna, la comitiva socialista que acudió a la capital belga con nuestro lamento. Lo que pasé aquí, y lo que no pasé, se la trae completamente al pairo. Sin ir más lejos ahí está el caso de lobo, que es un lobo para el hombre en nuestros territorios. Pese a reconocer hace un mes que la sobreprotección no está contribuyendo al equilibrio entre especies, todavía no han movido un papel. A este paso nos comerá la burocracia antes que los lobos, que estos últimos lo hacen por instinto, y lo otro ejerce por desidia y vagancia. Años llevan dando doctrina y tirando billetes de los contribuyentes con congresos y sermones sobre la despoblación. El resultado, aquí cada INE echamos de menos a unos cuantos miles. Y a la UE y a los secuaces que viven del cuento ese  se la trae al pairo completamente. En los próximos meses aparecerán por aquí para contarnos la importancia de Europa. El próximo año hay elecciones en solitario. La abstención puede ser catastrófica para justificar tanta estructura política y funcionarial que sólo sirve para en el fragor de una guerra terrorista asesina decir un cosa y media hora después, la contraria. Ese es el rigor de Bruselas. La cuestión no es que acuda Tudanca con su séquito y sus buenas intenciones a clamar en el desierto de Bruselas. La cuestión es que los de Bruselas no pisan por aquí. Ni siquiera ahora que no llueve y no hay barro. Próximamente desembarcarán asalariados y asesores para que pregonemos las bondades de tanta inutilidad dispuesta a embolsarse 300.000 al año a razón de cinco años que duran las regencias europeas. Ansiosos esperamos.

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