Diario de Valladolid

EDITORIAL

La beligerancia verbal en las Cortes para encubrir la mediocridad política

Imagen de archivo de un pleno de las Cortes de Castilla y León. -ICAL

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NO LE FALTAN motivos al líder de la oposición en Castilla y León al llevar al próximo pleno de las Cortes la reprobación del consejero de Industria, Comercio y Empleo, Mariano Veganzones, al que su escalada verbal contra los sindicatos le ha conducido por caminos que no son aptos para el cargo que ostenta en la sede de la soberanía de los castellanos y leoneses. Cuestión distinta es el uso de la retórica y sus límites, que cada partido decida desplegar. Veganzones ha convertido en su enemigo número uno a UGT y Comisiones Obreras. Más bien parece un asunto personal, que por  tanto no debería dirimirse en el ámbito de las instituciones que pagamos los contribuyentes. El enemigo de Castilla y León, en lo que compete a Veganzones, es el paro, la desindustrialización, los desequilibrios industriales, la situación crítica del comercio de proximidad, ese que llaman minorista las nefastas estadísticas. Esos son nuestros enemigos en materia de industria, comercio y empleo. Lo demás, cuitas personales y personalistas. 

No le falta razón a Tudanca, pero sí coherencia al llevar una Proposición No de Ley (PNL) contra Veganzones. Para tener coherencia y crédito, la misma reprobación debería alcanzar al menos al secretario general de UGT, Pepe Álvarez, que en varias ocasiones ha llamado «comemierda» al consejero Veganzones. Es decir, un miembro legítimamente designado del gobierno de Castilla y León que emanó de las últimas urnas. Cuando se pretenden aplicar supuestos modelos éticos en política, éstos deben valer y servir para todos, no para usos partidistas, porque entonces la ética y la moral pierde toda su esencia y se convierte en un mero instrumento con el que convertir en crítica las carencias propias.

En cualquier caso, la moral y la ética es de aplicación propia. Para igualarnos a todos está el Estado de Derecho. Sin embargo, las formas y el decoro deberían ser cualidades innatas en la política. Más cuando esta se practica en el hemiciclo de un parlamento. A la vista de los primeros acontecimientos no parece que nada vaya a cambiar en el nuevo periodo legislativo, en el que los 81 procuradores elegidos por los castellanos y leoneses parecen decididos a optar por su propio escarnio y deterioro público, luciendo una beligerancia verbal innecesaria con la que encubrir su mediocridad. En cualquier caso, la responsabilidad es de los dirigentes de los partidos, que también pueblan el hemiciclo. Todos. Es asunto de todos. Lo que es puro cinismo es predicar lo que luego no se practica.

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