Diario de Valladolid
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ESTE tórrido verano del 2023 parece ser el de mayor contratación que se recuerde de personal para trabajar en hostelería. Aún así los miles de puestos de trabajo que se han creado no han sido suficientes para que los empresarios hosteleros cubrieran las vacantes de sus negocios. En la costa se ha llegado al punto de reducir los horarios de trabajo de los locales de hostelería debido a la falta de personal y al exceso de horas extras que acumularían las plantillas, por no hablar del merecido descanso que les corresponde. Bares cerrando a las once de la noche, cocinas que no admiten más comandas a esa misma hora y parón a las horas del mediodía. Así se están teniendo que organizar en los puntos donde más se concentran los turistas. Los castellano leoneses lo vemos en cuanto nos acercamos a nuestras playas favoritas en el litoral cantábrico o gallego donde la afluencia de visitantes está siendo enorme, al igual que en toda la costa. No falta clientela, por tanto, sino que el sector turístico y hotelero sufre para dar abasto a tanta demanda. Somos un país de bares y restaurantes, pero no queremos trabajar en este sector que, a la vista está, ofrece oportunidades.

Pese a todo, existen bolsas de desempleo que no son redirigidas a este u otros sectores que demandan personal. Hoy, existen oficios en los que encontrar trabajadores que den el relevo generacional es prácticamente imposible. Quien tiene un oficial tiene un tesoro y quien coge a un aprendiz reza a diario para que se quede. Los índices de colocación de los estudiantes que terminan la Formación Profesional son altísimos y más en una ciudad industrial como Burgos que demanda especialistas, aunque la demanda de mano de obra es general y no hace falta cualificación en muchos casos. Así se pone de manifiesto en el índice de confianza empresarial elaborado por la patronal burgalesa y en el que se preguntó específicamente por sus necesidades de contratación. Las empresas precisan de gente para trabajar y no la encuentran. El paro registrado no se canaliza a cubrir esas lagunas de personal y tampoco las reformas movilizan una respuesta a esta situación. Ni siquiera la inmigración está poniendo remedio a la falta de trabajadores en determinados sectores.

Las empresas de Burgos están dispuestas a intentar la contratación en origen, pero prefieren traer aspirantes europeos a trabajadores procedentes de África o Sudamérica por su mayor preparación y pese a las dificultades del idioma. La facilidad para arreglar los papeles, convalidar estudios y títulos pesa igualmente y las administraciones deberían reflexionar sobre la excesiva burocracia en estos casos. Sea como sea, recurrir a trabajadores extranjeros tampoco solventa el problema de que falta mano de obra. Hoy que la política nacional se interesa por los sillones que se van a repartir en Madrid, un hostelero cualquiera vuelve a poner un anuncio ofreciendo trabajo y hoy tampoco llamará nadie. Menos sillones y más gente currando.

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