Diario de Valladolid

Felipe Ramos

Y lo bien que están calladitos

El Rubicón

opi fuera

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LA ‘CALÓ’. Eso es lo vienen trayendo los últimos veranos. Una ‘caló’ que cada vez es menos exclusiva del sur y de esa Andalucía que lleva sufriendo desde siempre el intenso sofoco al que los del norte tenemos que empezar a acostumbrarnos, gracias a esas olas de calor cada vez más habituales por ese cambio climático que muchos políticos y sus voceros se empeñan en negar.

Pero si algo bueno tiene el verano son las vacaciones, y no porque uno disfrute del merecido descanso con su familia, amigos, ambos o en solitario, que sobre gustos nada está escrito, que se ha ganado a lo largo del año, que también, sino porque por unos días desaparecen los políticos del primer plano y de la escena. Y con ellos se van también de vacaciones la crispación, sus salidas de tono, los insultos y toda esa retahíla de improperios que arrastran tras de sí unos y otros, que en eso son todos iguales.

Ni siquiera la resaca de las elecciones generales ha hecho que los políticos de aquí, de Castilla y León, se hayan olvidado de sus vacaciones, pese a que son pocos, muy pocos, los que se las han ganado, a la vista del trabajo que han realizado durante este año y de los resultados en las urnas. Resaca electoral que algunos no han terminado aún de digerir, por más descansos vacacionales que se tomen. Que se lo digan a los de VOX, a quienes las  urnas les dejaban reducidos a la insignificancia en Castilla y León. Está por ver si casi tres semanas después lo han analizado, si han hecho su examen de conciencia, claro que siempre les quedará el echarle la culpa al sanchismo o a los sindicatos. A buen seguro que ningún dirigente de Castilla y León se siente responsable de la debacle. Bien mirado, no les falta razón porque ni uno solo de esos dirigentes, los de aquí, los de Castilla y León, hizo campaña en esta tierra, en su tierra, a la que dicen representar. Hasta Juan García-Gallardo se dedicó más a ir de turné por España, a donde le mandaban se supone, que a su tierra. Ya habrá tiempo de pensar qué decir, qué hacer y de buscar culpables, que seguro todos estarán fuera y si alguno hay dentro será el de al lado o el de más allá. 

En cualquier caso, que un desastre electoral no impida el disfrute de las merecidas vacaciones. Y eso que ganan y agradecen los ciudadanos. Ese descanso de declaraciones altisonantes de unos y otros, de insultos por doquier y de tanta palabrería y tan poca gestión. Bien harían los políticos, todos sin excepción, en pararse y reflexionar si lo que quieren es continuar por el camino del insulto y de la crispación. Pero si todavía dudan, si en su arrogancia, que de eso van todos sobrados, creen que lo hacen de cine, que se paren, observen y escuchen el silencio y lo bien que están calladitos.

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