Diario de Valladolid

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YA HABÍA dicho Rainer Maria Rilke en sus “Cartas a un joven poeta” que no nos dejásemos engañar por lo que suele aparecer en la superficie, porque en las profundidades es donde todo se vuelve ley. Esas ideas iniciales nos invitan a pensar que lo cotidiano es lo que fluctúa en lo que realmente ahorca el mundo en que vivimos, ya que todo lo pensado a lo largo de los siglos y los milenios está presente en las cosas que nos van sucediendo día a día. La sociedad actual se debería ir renovando con las reflexiones de nuestros antepasados, las que hoy sirven como guía para nosotros. Por eso, siempre he creído que el exceso de regulaciones precipitadas nos comprimen. Nos hace prisioneros en nuestra libertad, para que los gobernantes - incluso en una democracia como la nuestra - consigan hacer un mundo a su imagen y semejanza, es decir, como les sale de los huevos. Y si la educación ha de ser lo primero, deberíamos huir de las normas caprichosas que profanan y regulan en exceso, para que nuestros jóvenes no se sigan precipitando en los escenarios baldíos y programados por oscuros intereses, por conflictos de lenguas en cada autonomía. He tratado con jóvenes españoles que no saben por dónde pasa el río Duero y no les suena de nada Talavera de la Reina... Mientras tanto, todos los políticos prometen y prometen. Feijoo una renovada serie de propuestas encaminadas a fomentar la natalidad, porque cree que con sus medidas mejorará. María Guardiola, la celosa extremeña del Partido Popular que a veces piensa como Echenique, imaginó un gobierno en solitario sin haber ganado las elecciones, pero ahora recula. Yolanda Díaz promete diversidad cultural y lingüística para Cataluña. Sánchez, promete ese TODO PROFUNDO en el que se juega la posibilidad de que los españoles deseemos o no deseemos que siga gobernando y Zapatero le ayuda reivindicando un feminismo fuerte que no explica con claridad. Hacienda y la Ministra de Hacienda siguen amenazando con la carta del miedo ¡Qué miedo da esa carta!

Es la metáfora de la vida. El juego ambiguo que se desfigura entre promesa y promesa. Ya que todos nos prometen el oro y el moro… Marruecos es el moro que desea adueñarse de Ceuta y de Melilla. Todos los políticos nos volverán locos ofreciendo cosas ininteligibles. Pero a nosotros, que seguimos deseando que nos gobierne aquel que más ofrece, podría pasarnos como al discípulo de Euclides, cuando, después de haber aprendido un único teorema quiso saber qué ganancia obtendría con ese aprendizaje y el maestro sonriendo le entregó una moneda de escasísimo valor, para que obtuviese un beneficio. Cuidad vuestras carteras, por si quieren subiros los impuestos.

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