Diario de Valladolid

EDITORIAL

Ribera lo deja claro: Castilla y León no puede esperar ayuda del Gobierno

Teresa Ribero en el Congreso. ICAL.

Teresa Ribero en el Congreso. ICAL.

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La indecencia no conoce límites en la actuación institucional de la ministra y vicepresidenta Teresa Ribera. No le basta con difundir bulos dialécticos en sus ejercicios defensivos de las Cortes contra Castilla y Léon y sus ciudadanos, que ahora además los rubrica por escrito en misiva certificada. Es lo que ha hecho para intentar salir del atolladero en el que se ha metido tras expandir el bulo del cierre de centros sanitarios y escuelas en Castilla y León, que tiene 3.650 consultorios y escuelas con tres niños, algo inédito en ninguna región de Europa. 

Intentando justificar su desafortunada intervención en el Congreso de hace un par de semanas, fruto de su escasa capacidad retórica, ha remitido una misiva al gobierno de Castilla y León, en concreto al consejero de Medio Ambiente y Vivienda, con copia al presidente Mañueco, en el que incorpora una soflama de estadísticas más que conocidas para explicar que Castilla y León sufre un grave problema de despoblación. ¡Y esta indocumentada ha llegado a ministra y vicepresidenta! Sólo ha tardado cinco años, apoltronada en el cargo, con competencias de reto demográfico, que es como llaman estos a la despoblación de toda la vida, para certificar por carta que el gran problema de esta tierra, como el de otras comunidades del interior y del oeste (Castilla La Mancha, Extremadura, Aragón, Galicia o Asturias), es el invierno demográfico, que es una forma más lírica de referirse a la despoblación. Un problema que arrastramos desde el desarrollismo de los 60 y la emigración de la época.  Ella, la indocumentada por excelencia, lo acaba de descubrir el 5 de mayo, que es cuando está fechada la carta. Y también ha descubierto las estadísticas cocinadas que le han reportado, junto con el argumentario, desde el PSOE de Castilla y León y la siempre complaciente Delegación del Gobierno. Trabajadora se ve que tampoco lo es en exceso. Porque en la carta no sabe ni lo que dice. Hasta el extremo de recriminar al ejecutivo de Castilla y León el cierre de los centros sanitarios en los meses más crudos de la pandemia. Ni recuerda que fue Pedro Sánchez el que ordenó el estado de alarma que nos metió a todos en casa, ni que la directriz de blindar los centros sanitarios, especialmente en el mundo rural, con una población envejecida, procedió del ministro Salvador Illa.  La preocupación por la despoblación no se demuestra a través del género epistolar, sino con acciones y hechos. Y de esos no conocemos ninguno de Ribera.  La carta, en resumen, como hoy desgrana este periódico, es un dechado de bilis y sectarismo que sólo transmite odio y reproche contra Castilla y León. No busquen ninguna acción de apoyo o de ayuda. El sectarismo ruin, pero torpe, es además vago.

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