Diario de Valladolid

JOSÉ MANUEL CANTERA CUARTANGO

La vida de Chéjov

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LA LITERATURA ESLAVA siempre ha estado de moda. Autores como Tolstói, Dostoyevski, Pushkin y más recientemente el Premio Nobel Aleksander Solzhenitsyn están en el imaginario colectivo de numerosos lectores de todo el mundo. Sin embargo, desde hace relativamente poco tiempo, han emergido otros nombres que se están convirtiendo en clásicos contemporáneos. Es el caso de la brillante escritora Irène Némirovsky. Su corta, pero intensa y convulsa vida, hace la delicia de los amantes de los libros. Nació en Kiev a comienzos del siglo pasado. Políglota de formación, conocía a la perfección el francés, el inglés, el ruso y el polaco.

De origen judío, con la revolución bolchevique tuvo que huir con toda su familia a la Francia de entreguerras. Pronto destacó por sus dotes para la escritura. Tuvo un trágico final. Detenida en París durante el periodo de Gobierno de Vichy, fue deportada a Auschwitz donde murió de tifus. De pluma audaz, cruel y mordaz, su obra más conocida es Suite francesa, en la que describe de manera magistral y descarnada la realidad histórica que le tocó vivir, con una pavorosa descripción de los días en que la población francesa tuvo que subsistir durante la invasión nazi en 1940. Se llevó a la gran pantalla hace años. No obstante, escribió un opúsculo titulado La vida de Chéjov, en el que narra las aventuras y desventuras del escritor ruso y cómo de una dura infancia y una adolescencia desarraigada, logra imponerse una vida de éxitos editoriales que encandilaron al público de la época.

Se acaban de cumplir cien días de guerra en territorio ucraniano. Los avances del ejército ruso están haciendo estragos en la población del país. Sufrimiento, muerte, desolación y crímenes retransmitidos en directo por los medios de comunicación y redes sociales, son el pan nuestro de cada día y la característica común de la contienda euroasiática. Parece el cuento de nunca acabar. Para más inri, el impacto que está teniendo el conflicto bélico en la economía mundial es sobrecogedor, hasta el punto de que está poniendo en jaque a los países occidentales, donde los sufridos ciudadanos ven subir los precios de los productos básicos para vivir. Los artículos de primera necesidad, pan, fruta, carne o pescado se están volviendo privativos. Y no hablemos del combustible. Las medidas tomadas por el gobierno europeo y español son insuficientes para que las familias salgan adelante. Se necesitan otras más contundentes.

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