Diario de Valladolid

EDITORIAL

El PSOE y el PP han decidido lidiar en el fango de la política

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Por desgracia para la salud democrática, la garantía constitucional de la presunción de inocencia en el ámbito judicial ha sido sustituida por la implacable pena de telediario o incluso la presunción de culpabilidad. Pero estos renglones torcidos de la democracia han enfangado también la política. Y la presunción de inocencia ha sido suplida por la presunción de insinuación, que algo queda. En ese fango, que llegó de la ya casi extinta nueva política en sus diferentes versiones, se han metido hasta la ingle los dos principales partidos elevando el concepto de la ética circunstancial y acusatoria incluso por encima del Estado de Derecho. El Estado de la Moral ajena, que no propia, por encima del Estado de Derecho. 

El precepto constitucional reza que nadie  tiene que demostrar su inocencia, entre otras cosas porque sería en muchos casos un silogismo imposible o paradójico. Lo que dice es que hay que demostrar la culpabilidad. Pues eso también debe rezar en la política.

Y a esto hay que añadir que a los políticos, como a cualquier otro ciudadano, les asiste el derecho a la vida privada, de la cual no tienen que dar explicación alguna, siempre y cuando no se demuestre que su acción invade alguna línea jurídica en relación con su actuación pública. Siempre que se demuestre. No que se elucubre, se insinúe o se haga un mero ejercicio de funambulismo hipócrita.

Eso pasa. Suele pasar. Y pasará cada vez con más asiduidad. Fundamentalmente porque tanto PP como PSOE han decidido asaltar el cuadrilátero del barro y enfangar al rival sin darse cuenta que lo que embadurnan es la política. La misma que rige su existencia e incluso su viabilidad.

Y esto lo único que demuestra es que a los grandes partidos, acosados por el fariseísmo de esa nueva política que tenía normas morales a la altura del Empire State Building para todos menos para quienes las impartían, que esos se las colocaban por debajo del bordillo de la acera, se han embarcado en una competición tan absurda como autodestructiva.

Ningún político tiene la obligación ni la exigencia de exhibir su vida privada. Si alguien tiene algo más que una insinuación, es decir, cuando menos indicios de que ha incurrido en la violación de algún artículo de la ley, lo que corresponde es demostrarlo en sede judicial, que es donde se imparte justicia desde los tiempos de la Revolución Francesa. Sin embargo, al PP y al PSOE, de un tiempo a esta parte, les encantar revolcarse en los vertederos de lo más miserable de la política. Esa parte que repudian los ciudadanos, que siguen sin entender que sus representantes sólo se prodiguen en rencillas estúpidas en vez de ocuparse de sus problemas. ¿Y todavía se preguntan algunos el porqué del vendaval VOX el pasado 13-F? Sigan sembrando vientos de fango y el próximo mayo recogerán más tempestades en las urnas, que es donde el ciudadano expresa el estado del clima social reinante.

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