Diario de Valladolid

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LO PEOR que puede suceder en Castilla y León un 23 de abril es que caiga en sábado. Y cayó. De caer, y casi de callarse. Existen festividades que, en su origen, o de modo sobrevenido, llámenlo tradición, costumbre o que llueve sobre mojado, forman parte inescindible de un calendario festivo, emocional, tanto en lo social, comunitario, como en el ámbito personal, íntimo incluso. Una fecha que se espera con devoción, sacra o laica, con entusiasmo. De esas que marcan un antes y un después en el discurrir de cada año, y que sirven como referencia para ubicar en el tiempo algún acontecimiento, público o privado. Otras no calan. Ni cuelan.

Si Villalar cae en un día de los denominados de diario, el efecto de convertirlo en un festivo supone un regocijo social. Aunque la ciudadanía no ubique especialmente bien a Padilla, Bravo y Maldonado. Los más jóvenes quizá logren alguna coincidencia con jugadores de fútbol de algún equipo de la antes denominada Segunda B (que creo que ahora se llama Segunda Piqué RFEF). Si el recuerdo de la escaramuza de los comuneros encaja en un domingo, al ser festivo pasa al día siguiente laborable, y la algarabía recorre todos los rincones de las provincias de Castilla y León. Que son 8 según Javier Maroto, y con la complementaria llegan a 9, según la bonoloto de designación de senadores por designación autonómica (no confundir con autónoma).

Pero, qué sucede si Villalar cae en sábado. Pues que un sábado festivo no es ni verdadero sábado, ni verdadero festivo. Porque, creo yo, la verdadera naturaleza de un sábado es su indefinición, su carácter mixto, que quizá toca trabajar, pero quizá no, y quizá toca por la mañana, pero seguramente no por la tarde.

Así, la celebración del día de Castilla y León, el 23 de abril, ya de por sí formulado como interpretación traspuesta (cual Directiva europea) de un conflicto lejano en todos los aspectos, se ve diluida en un ambiente de impostada festividad furtiva con una programación verbenera lejana a una sociedad que reclama modernidad y progreso.

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