Alguien no hizo su trabajo en VOX con el candidato
Digan lo que digan, ahora tienen que vestir el santo, pero no era lo que había planificado VOX para Castilla y León. VOX quería un candidato de perfil bajo, sin pasado político, es más, cuanto menos pasado mejor, por eso cuanto más joven mejor, es decir, un candidato entre indolente e inocuo. De la caballería ya se encargarían los jinetes nacionales. Abascal, Buxadé, Ortega Smith, Espinosa de los Monteros y Olona de los moteros. Cinco caravanas al galope tendido por Castilla y León. La fuerza de la marca haría el resto, con la ansiedad de la fatiga electoral de Madrid soplando en la nuca. Pero se encontraron el sábado, una vez filtrado el candidato para una discreta digestión, con el pasado de Twitter, que siempre vuelve, sobre todo si no te has encargado de sanearlo. Y la cuenta del candidato de Burgos, que va por Valladolid, cargada de barrabasadas a más no poder. Fue salir el nombre y brotar como los pozos petrolíferos de Gigante la sarta de barbaridades que escondía el Twitter del joven abogado de apellido interminable. Alguien no había hecho bien su trabajo. El que se encarga de visar, analizar y supervisar el pasado digital de los candidatos. Ni siquiera el inconsciente del propio candidato había hecho su trabajo, que era borrar el rastro de salvajadas dichas. Porque una cosa es pensarlo y otra bien distinta ponerlo en Twitter a los cuatro vientos. Había dos opciones. O lo descabalgaban o hacían de la necedad virtud e iban en estampida. Eligieron la segunda. Sólo el tiempo y las urnas serán notarios del acierto o el desacierto. Pero el candidato es un desacierto en sí mismo. Es tan inmaduro, políticamente, que todavía no sabe que cuando uno se equivoca, las normas de honores, esas que te enseñan en casa, no en un máster, te dictan que primero te disculpes y luego te corrijas. Él ha elegido la frivolidad como autojustificación.