Diario de Valladolid

JUAN CARLOS DE MARGARIDA

Perspectivas económicas 2022: gestión y confianza

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El inicio del año se encuentra lleno de incertidumbres. Dudas y más dudas surgen en el día a día. ¿Cómo va a evolucionar la pandemia con la nueva variante Ómicron? ¿Se van a producir nuevos confinamientos o cierres parciales de sectores empresariales? ¿Aumentará la desconfianza de los consumidores, verdadero motor de la economía? ¿Disminuirá la confianza de los empresarios desapareciendo la inversión empresarial? ¿Los fondos europeos Next Generation llegarán a tiempo? ¿Los fondos se aplicarán y gestionarán con eficacia y eficiencia tan necesaria en los momentos actuales? Preguntas y más preguntas que no tienen una contestación clara, ni a corto ni a medio plazo. La incertidumbre en su máximo exponente.

Ante estas dudas a los economistas se nos pregunta, y en cierta forma se nos exige, cuál será la evolución económica en el año 2022 y cómo se deberán afrontar las dificultades que vayan surgiendo para lograr el crecimiento económico. La verdad es que no es nada fácil tener respuestas a todas las preguntas que surgen, sobre todo cuando los datos que van apareciendo en el día a día sufren cambios bruscos que hacen que las previsiones a muy corto plazo hagan cambiar las predicciones realizadas. De ahí que se diga que los economistas siempre aciertan el pasado y nunca el futuro. Pero lo que es cierto es que el futuro, en una ciencia social, nunca está escrito de antemano. La realidad es que depende de lo que todos hagamos. De la buena o mala gestion que se realice y de la confianza o desconfianza que tengamos.

Una vez hecha esta reflexión podemos afirmar que estamos en un momento socioeconómico en el que hay que tener en cuenta multitud de variables que afectarán de una manera determinante a la evolución económica de Castilla y León y de España. A nivel macroeconómico influirá la elección en febrero de un nuevo presidente en Italia pudiendo aumentar la incertidumbre en la zona euro; en marzo se producirá la retirada por parte de la Reserva Federal (Fed) de los estímulos de compra de activos (tapering) y una anticipada subida de tipos de interés que producirá su efecto en la política monetaria del BCE; y en abril estarán las elecciones presidenciales en Francia en unos momentos en donde Europa necesita de la estabilidad de sus grandes potencias económicas.

Además, si nos fijamos en España, también existirán variables que afectarán el devenir económico del año 2022. La futura reforma fiscal con un aumento de los ingresos del Estado a través de una subida de impuestos en sociedades (mínimo del 15%), subidas a grandes rentas (IRPF), incremento del impuesto al diésel o el aumento de las cotizaciones sociales; la llegada con retraso de 10.000 millones de fondos europeos; el fin de la prórroga de los ERTE el 28 de febrero, lo que sostiene en la actualidad a más de 100.000 trabajadores; el reciente acuerdo de la reforma laboral; o la inminente reforma de las pensiones, entre otras.

Lo que si es cierto es que, en la actualidad, estamos en una nueva fase de desaceleración de la economía castellano y leonesa sin ni siquiera habernos recuperado a los niveles previos de la pandemia. Ya no se puede hablar de unas cifras en concreto a la hora de hacer previsiones de cierre del PIB, la deuda pública o el déficit público de la región. Todo depende de la respuesta que tendrán los rebrotes y las variantes en el año 2022, así como los impactos socio económicos que están provocando la creciente inflación, la escasez de suministros en las empresas y el comportamiento del consumidor.

Nos encontramos ante un 2022 lento e inseguro en donde Castilla y León tiene unos mimbres que no ayudan a que su economía despegue y, por ende, sea lenta, ya que es una región excesivamente dependiente de los servicios, con un escaso tamaño de las empresas, una atomización de la industria y con una baja productividad. A todo ello hay que añadir la combinación de unos factores determinantes que no ayudan como son los precios de la energía en continuo aumento, la tasa de inflación que ya es permanente, la reacción de los bancos centrales en su proceso de retirada de estímulos (retirada de compra de deuda y subida de tipos de interés), el incremento de los casos Covid o el retraso en la ejecución de los fondos Next Generation.

Y ante estas realidades volvemos a la pregunta esencial que surge: ¿Qué pasará si miramos a un cercano 2022 y al lejano 2023? Tal y como ya he comentado, las predicciones económicas son muy relativas y posiblemente muy atrevidas. Para que se produzca el crecimiento de la economía de la región se necesitará la confluencia ‘de las estrellas’, es decir, la combinación de una serie de variables como el control de la pandemia, que aflore el ahorro embalsado, el impulso eficiente y eficaz de los fondos europeos, que de momento no están llegando a las empresas ni a la economía real, el incremento de la capacidad productiva, o el aumento de la productividad de las empresas en una región en donde más del 90% son pymes con la consiguiente falta de competitividad, entre otras.

Pero sobre todo se necesitará controlar la creciente y permanente inflación que podría llevarse de camino todo lo que se ha logrado hasta el momento, amenazando además con agravar la desigualdad de oportunidades de los ciudadanos. El dato adelantado del IPC del mes de diciembre se ha disparado hasta el 6,7%, su tasa más alta de los últimos 29 años.

Lo que sí es ya una realidad, es que se está produciendo un cambio estructural en el ámbito macroeconómico y que Europa debe liderar, en donde los procesos productivos y las cadenas de suministro deben volver a la senda de la localización creando nuevas fábricas dentro de la Unión Europea y potenciando las ya existentes en un proceso de desglobalización controlada, al objeto de proteger las economías de los miembros de la UE con miras a garantizar la estabilidad económica y social de las futuras generaciones.

Pero no todo es incertidumbre, pues el crecimiento económico de Castilla y León tiene margen de maniobra, ya que la actividad mundial está muy por debajo de su potencial a largo plazo y esto hace que los altibajos que se están produciendo tengan el suficiente ‘colchón’ para poder hacer frente a las adversidades socioeconómicas que vayan surgiendo en el día a día. 

Por tanto, es necesario que los gestores públicos y privados tengan miras de perspectivas de futuro, más allá del 2022 o 2023, y que los ciudadanos confiemos en el ‘buen hacer’ de las instituciones. En definitiva, la combinación del binomio gestión-confianza que logre el bien común de los ciudadanos garantizando el Estado del Bienestar.

Juan Carlos de Margarida es Decano-Presidente del Colegio de Economistas de Valladolid, Palencia y Zamora.

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