Diario de Valladolid

Ricardo G. Ureta

Industrialización pendiente

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LA SUCESIÓN de catástrofes sociales y económicas que nos empuja hacia la tormenta perfecta de un nuevo crack como el de 1929 o 2008 ha encontrado un nuevo escenario en la crisis de los superconductores que está trastocando a toda la escala de industrias de la automoción, proveedores y comercializadores. No son los únicos en la industria manufacturea que ven amenazada la estabilidad de sus planes de negocio por la falta de microchips, pero merece la pena destacarlos ya que se trata del sector más relevante en la economía de Castilla y León. Una nueva piedra en el camino del objetivo estratégico autonómico de fomento de la industrialización que se ha topado en los dos últimos años con el freno de la crisis derivada de la epidemia de coronavirus y la posterior carencia de  componentes electrónicos que procede de Asia y tiene en jaque al mundo entero. El objetivo, repetido hasta la saciedad desde el Ejecutivo autonómico, era que la industria manufacturera de la Comunidad alcanzase el 20% del VAB en el año 2020. A este reto se han dedicado desde 2017 nada menos que 1.100 millones de euros del presupuesto. No quiero levantar falsas esperanzas y ya les anticipo que ni se ha cumplido ese objetivo en el plazo marcado ni se alcanzará en este 2021. Probablemente finalice la década y seguirá en la lista de logros pendientes. Según datos de la Junta, en 2020 la industria manufacturera generó el 18,4 % del VAB total autonómico. Este porcentaje, que supera a la media nacional del 16,1%, representa un crecimiento de casi dos puntos porcentuales pero aún se queda prácticamente a la misma distancia del objetivo del 20% previsto en el Plan Director de Promoción Industrial que acababa en 2020. La Consejería trabaja en su reedición para final de año. Un esfuerzo pírrico vista la volatilidad de la economía global y lo profundamente que afectan sus variaciones y crisis locales a la industria y al resto de empresas en Castilla y León. La dependencia de Asia es hoy el mayor factor de desestabilización de la producción, pese a que, paralela y paradójicamente, existen industrias, varias de ellas en Burgos, que tienen en ese continente y particularmente en China, su mayor vector de crecimiento. Acierte o no este nuevo programa de reindustrialización, lo que está claro es la necesidad de apostar por la industria. Algo que ya se inicio en el Acuerdo Marco para la Competitividad e Innovación Industrial de Castilla y León pero que aún está pendiente. Se trata de mantenerla y hacerla crecer. Sin experimentos. No es momento de sólo corregir las desigualdades territoriales. Es la hora de apostar por las empresas y territorios tractores para que tiren del resto. Es la hora de hacer algo diferente.

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