Meteoros en el ocaso
A la espera del deshielo e inmersos en la controversia pandémica y a la cola de las vacunas, resulta que nos hacen señales desde el cielo. ¿Dónde está la cámara del objetivo indiscreto? Ya no sabe uno qué hacer. Cuando llegue la gran riada, me acordaré de Lucio ‘El Catarro’, nuestro Vasudeva en el Pisuerga. Me demostró, en medio del temporal, su dominio del remo y del río en aquella riada salvaje de 2001. Lucio, a los remos, y un servidor, encomendándose a San Telmo. Pero el barquero cruzó y venció al embravecido Pisoraca. Para no olvidarlo nunca.
De ahí que estos días me venga a la memoria mi amigo Lucio ante los aciertos rotundos de los meteorólogos que ya han avisado del deshielo. El clima aparca al virus, que ahí está multiplicándose con nieve, cencellada y, en breve, bailando bajo la lluvia. Y el personal, dilucidando sobre cómo se mide el horario nocturno y a qué hora empieza el toque de queda. Y el caso del «ocaso» pone de moda el «juego de tronos» entre un ministro y un presidente. ¿Dónde está la cámara?
Alucino tanto como los de la décima provincia, que la otra noche, durante el horario nocturno, alucinaron a colorines con el resplandor de una luz que ni Iker Jiménez vio venir. Los meteorólogos disiparon dudas. El fenómeno, del que hay muchos testigos bercianos, respondió al paso de un supuesto meteorito. Lo que nos faltaba. Me alegro mucho del suceso por mi amigo y admirado científico de sólida vocación José Vicente Casado, a quien recurro para que opine sobre un asunto en el que él lleva treinta años investigando. De meteoritos sabe todo. Y qué suerte teníamos, antes de que se fuera a vivir a Cantabria, de contar con su conocimiento, su valiosa colección, sus experiencias y su capacidad para comunicar el origen de esos «trozos de cielo». Me tranquiliza el no haber perdido la memoria de cuando lo conocí, veinte años ha, en su casa de Navatejera, que está en Villaquilambre, y me llevó a buscar meteoritos a Villalbeto de la Peña (entre Guardo y Cervera). Ya entonces me fue incomprensible que su trabajo no tuviese un museo en condiciones en León, que fue donde inició de niño sus sueños con los objetos venidos del cielo. «Lo que la gente ha visto es un fenómeno en el cielo que se llama bólido, por brillar más que el planeta Venus. Para ser meteorito debemos encontrar un fragmento en el suelo», me dice José Vicente, que ya ha empezado su búsqueda. No le perdáis la pista. Es uno de los nuestros. Y lo encontrará.