Dos prioridades para el 2021
HOY VIENE UN HOMBRE con más ojos que días tiene el año. Este dicho que los abuelos cuentan siempre a sus nietos corre por todos los rincones de Castilla y León tal día como hoy, último de este 2020 al que estamos todos deseando despedir. Pero ya que estamos con los refranes no se olviden de ese que dice que ‘otro vendrá que bueno me hará’ y no se confíen en que a la vuelta de las campanadas se habrá abierto el cielo y los problemas actuales empezarán a desvanecerse. Corremos el riesgo de que a la mínima empiecen a saltarse las tiritas con las que se ha ido parcheando la economía de subsistencia de los últimos nueve meses en Castilla y León y en toda España y la hemorragia nos cueste la vida. Aunque el mayor riesgo de todos está en la tercera ola del coronavirus que los expertos más alarmistas ya vaticinan para finales de enero y otros más moderados para mediados de febrero. Nadie duda de que llegarán los rebrotes, de la misma forma que fueron asomando como manchas de humedad en una pared blanca antes de lo previsto, cuando aún disfrutábamos del verano de la desescalada. La discrepancia está en determinar cuando estallará esa tercera ola. Puestos a no ser en exceso pesimistas me gustaría creer que dará tiempo a que las administraciones públicas hayan sido capaces de aprobar sus presupuestos, ordenar sus finanzas para responder a este nuevo desafío sanitario, social y económico y se hayan afinado los lentos mecanismos administrativos con los que atacar las consecuencias de la epidemia en 2021. Lo que no quisiera ni plantearme es que mientras los ciudadanos se confían en que la vacuna resolverá el problema a medio plazo, las empresas tuvieran que sobrevivir hasta entonces a pulmón, sin otra ayuda para seguir que la pura voluntad de mantenerse de pie. Los economistas sostienen aún que de esta crisis derivada de la situación sanitaria se podría salir de forma rápida hacia un crecimiento sostenido siempre y cuando no se produzca una destrucción del tejido empresarial, y con él del empleo, del orden de la que se registró en la crisis que explotó en 2008 y cuyos coletazos aún estábamos pagando. En palabras del decano de los economistas de Burgos, Carlos Alonso de Linaje, es más caro reconstruir el tejido empresarial, más lento y más difícil que inyectarle el sustento que necesita para seguir adelante y mantener el empleo. Para eso no sirven esas ayudas que han lanzado determinadas administraciones que se quedan en unos pocos de cientos de euros por empresa tras el reparto. Hay que pensar en grande y poner el dinero público en las dos prioridades de 2021: la Sanidad y el mantenimiento a toda costa del tejido productivo y el empleo. Sólo así tendremos un feliz 2021.