De inacción educativa a las ocurrencias educativas
Lo de intentar gobernar a golpe de ocurrencia semanal no es patrimonio de la Consejería de Sanidad de Castilla y León. En el gobierno de España, o lo que quede de él, también legisla este modelo arrogado de desdén hacia el ciudadano, al que parece tratarse como a súbditos desdeñados. Ocurrencia y bárbara es la de la siempre ocurrente ministra Isabel Celaá, que dice que se podrían habilitar aulas improvisadas en los patios para extender los espacios docentes y así preservar las distancias pretendidas cuando empiece el curso. Se supone que es una propuesta para la aulas del sur de las Españas. Igual en Málaga, Almería, Córdoba, hasta Sevilla. Imagínense aulas en el patio en diciembre en las tierras altas de Soria. Y aderezadas con pingüinos para que los escolares se sintieran en contexto polar. La parida ministerial nuestra de cada día se ha convertido en método. Ya ni el ciudadano se escandaliza. Sólo espera la próxima ocurrencia y su calado. Es la forma que tienen ahora los políticos de despreciarse a sí mismos dejando en evidencia, que muchos de ellos sirven para poco y en pandemia para nada. Pero no se queda atrás la Consejería de Educación de la Junta que para no equivocarse sigue la máxima del ilustre soriano Jesús Posada de no decidir nada. La mejor forma de que no te critiquen alardeaba el paisano de la titular de Educación regional, Rocío Lucas.Y así está Educación, en desacuerdo casi permanente con las directrices de Madrid, defendiendo su autonomía, pero sin definir ni decidir que será del próximo curso. Ya no cuela que tanto lo que se hace como lo que no se hace es cosa de Celaá. Hay que empezar a hacer y a decidir. No vale sólo con mirar y esperar a ver que hace Feijóo y copiar, como si de la EBAU de este año se tratara.