Pan para hoy y doble de hambre para mañana
TRIBUNA
LO QUE ESTÁ haciendo el Gobierno central en España con sus «medidas» económicas no es ayudar. Es todo lo contrario. Le están dando a las Pymes y autónomos una excavadora para incrementar su endeudamiento, o sea, cavar aun más profunda su propia tumba.
Es decir, «pan para hoy, y doble de hambre para mañana».
La diferencia es vital frente a las medidas de países con gobiernos mucho más valientes y sobre todo responsables y honestos que el nuestro, como los de varios países asiáticos y especialmente EEUU, Alemania, incluso Francia, ¡y hasta Italia!, donde sí han repartido flotadores salvavidas o están realizando transfusiones directas de dinero.
Sin flotadores salvavidas tus empresas y autónomos se ahogan. Sin transfusiones de sangre tus trabajadores y familias se desangran. Y no sirve decirles que tienen un supuesto seguro que les cubriría si se quedan por el camino, o que les vamos a cobrar más adelante la operación de salvamento.
En Castilla y León ésto tiene una incidencia mayor si, cabe, por el elevado protagonismo que en nuestro tejido empresarial tienen los alrededor de 200.000 autónomos y 170.000 Pymes. Pero afortunadamente en nuestro gobierno autonómico, que ya venía estando a la cabeza nacional en cuestión de responsabilidad presupuestaria y ayudas territoriales a su tejido productivo, subrayo productivo, está poniendo en marcha importantes medidas de apoyo directo nada desdeñables, aunque limitadas por su capacidad insuficiente, ya que todas las comunidades necesitan el respaldo de las iniciativas estatales. Porque sin la solvencia del jefe médico, los enfermeros están desamparados. O puestos a hacer símiles, en el incendio descontrolado de un bosque, no sirve sólo con el retén de bomberos de primera línea.
Y es que para hacer frente a esta crisis hace falta un plan de estímulo económico coordinado de una magnitud sin precedentes. Pero no se pueden trasladar o eludir responsabilidades ni apelar a la solidaridad externa, o a un nuevo Plan Marshall sin compromisos y obligaciones a cambio. Con la artillería de los bancos centrales lanzando dinero desde el helicóptero monetario no es suficiente, y cada gobierno debe hacer un esfuerzo extraordinario para apuntalar su propia estructura y evitar su propio derrumbe.
El dinero de los bancos centrales, máxime en Europa, no llega instantáneamente a la economía puesto que el circuito de flujos no está preparado para ello, y sobre todo no sirve para afianzar la estructura productiva de un país (“la oferta”, o sea, los agentes de creación de actividad).
Ese dinero del BCE servirá para reactivar el gasto, o sea “la demanda”, pero además llegará a los bolsillos con lentitud. Y para que siga habiendo demanda tiene que seguir habiendo oferta. Para que siga habiendo inquilinos, hay que mantener el edificio en pie. Para que siga habiendo trabajo y consumo, tiene que seguir habiendo empresas. Y para eso no basta con parchear las tremendas grietas que el terremoto vivido ha abierto en las paredes.
Los avales son una herramienta que puede ser muy positiva ante entornos u oportunidades de expansión, y Castilla y León es un ejemplo de cómo colaborar de manera público-privada (por ejemplo a través de Iberaval), para potenciar la iniciativa y dimensión empresarial.
Pero ahora estamos ante un problema de subsistencia. Y los créditos o avales de nuestro gobierno son caramelos envenenados que en este momento no sirven de nada, supeditados además en ocasiones a condiciones cuestionables o cerca de ser moralmente abusivas. No aligeran la mochila de la gente; al contrario, le añaden más peso, que dilatará pero hará más probable la asfixia. Es decir, esa liquidez no evita la quiebra, simplemente la pospone. Por tanto lo que hacen falta son estímulos directos. Dinero directo. Y tienen dos opciones. La primera es repartirlo, para lo cual hay diversos canales de inyección de liquidez sin contraprestación que bien conocen. Porque es curioso ver cómo a quienes llevan toda su vida contribuyendo y creando empleo y riqueza, ahora les niegan la ayuda que antes venían regalando (a cambio de nada) a quienes ni contribuían ni se esforzaban por hacerlo.
La segunda forma es aun más fácil e inmediata; reducir la carga de costes de las familias y empresas, rebajando la recaudación vía impuestos y cuotas sociales, que evite a las empresas y familias desangrarse. Es decir, eximir temporalmente el pago de impuestos y cuotas de seguridad social. Exoneración, no moratoria.
Lo peor, quizá, es la excusa (demagógica una vez más). Nos toman el pelo diciendo que ¿de dónde saldrá el dinero para hacer frente a ese plan...?. Pero la respuesta la saben perfectamente. De no despilfarrarlo irresponsablemente en tanto gasto público improductivo. Pero eso les condenaría a mutilar en adelante ese gasto con el que ejercen el trueque por los votos de quienes también sufrirán ahora esta crisis, mientras ese gobierno que presume de no haber cometido errores no ha sido capaz de tener ni el mínimo gesto de generosidad, al contrario que muchas de nuestras empresas referentes.
Y por eso nuestro Gobierno pide solidaridad de Europa. Porque es más fácil que asumir la disciplina presupuestaria que será necesaria para salir de esta crisis. Pero Europa nos ve como la hormiga a la cigarra, ahora que la cigarra le pide compasión a la hormiga con su idea de los coronabonos.
Dicho de otra manera, es como si en una comunidad de vecinos, el vecino mileurista que sale a cenar por todo lo alto 3 días a la semana, que tiene 3 hipotecas y que da no mide las propinas a sus hijos (aunque suspendan en el cole o no vayan a clase), pide un crédito o un aval a los vecinos ahorradores que a pesar de contar con un salario medio-alto sólo salen 1 día, sólo tienen un préstamo y sólo dan la propina a sus hijos si son responsables.
El vecino jeta además tiene helicóptero privado hasta para ir a por el pan, y le permite todo tipo de fiestas a sus hijos con sus amigotes, a los cuales además les paga el botellón, y si ensucian el patio comunitario o molestan a los demás vecinos, les excusa con un «hay que entenderles, que son jóvenes».
Así es fácil regatear el cariño a los hijos, a base de consentirles y no pedirles nada a cambio; ni educarles, ni enseñarles que sin esfuerzo no hay recompensa, que hay que ahorrar y ser previsores, que no todos los días es fiesta, que el dinero no es gratis y que las irresponsabilidades también perjudican a los demás.
Imaginemos que el jeta además es el presidente de su comunidad gracias a los votos de otros vecinos a los que ha prometido placas solares, gimnasio, chill-out, un bono restaurante a la semana, y wifi gratis (se lo cobrará a los vecinos con mayores sueldos). El chill out se lo encargará a un amigo y las placas solares a su cuñado a cambio sendas comisiones.
Eso sí, este ‘presi’ no había gestionado ni siquiera una pyme antes, y para evitar preguntas incómodas o reportar la gestión, ha suspendido las reuniones de vecinos y no responde a preguntas ni siquiera en el ascensor.
Xxxxxx es economista.