Diario de Valladolid

EDITORIAL

La Iglesia, obligada a abrir los archivos de la pederastia

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En próximas fechas comprobaremos si los compromisos del Papa Francisco para erradicar le pederastia en el Iglesia son asumidos con disciplina por los rectores de la Iglesia española, una de las más reacias y que más resistencia está ejerciendo a la toma de medidas contundentes, que entre otras cosas suponen el ejercicio de la transparencia y no el ejercicio de la ocultación de lo que pasó. Un caso más que evidente es el desmedido proteccionismo que se puso en marcha con el cura de Tábara, acusado de abusar de niños en el seminario de La Bañeza y en un colegio zamorano. ¿Qué quiere tapar la Iglesia española protegiendo al verdugo al mismo tiempo que se ha desdeñado a las víctimas intentando su silencio con dinero? Dinero que en buena medida procede de los impuestos de los contribuyentes de bien que han optado por marcas la X de la iglesia en la casilla de la declaración de la renta.

Ha llegado la hora de desclasificar, al menos para las víctimas, la documentación que existía en las diócesis de Castilla y León sobre los abusos y violaciones cometidas en algunos casos de forma sistemática y durante años. Parece increíble, pero ni siquiera ese derecho se le ha otorgado a las víctimas reconocidas.

¿Qué temen los obispos? O al menos algunos de los obispos que siguen resistiéndose a las contundentes medidas que se están adoptando en muchos países. Sin duda, lo que temen es que se conozcan más casos de los que hasta ahora han salido, y que están ocultos por temor o vergüenza. Pero el mayor de los temores, el que inspira esta protección de los verdugos y alienta el secretismo sobre los archivos de estos casos es el de dar a conocer cuantos y quienes conocían lo que ocurría, por ejemplo en el seminario de La Bañeza, y callaron. Y con sus silencio no sólo no evitaron los abusos, sino que permitieron que se produjeran más. De esta forma se hicieron tan verdugos como los verdugos.

Las víctimas, tal y como desvela hoy este periódico, pedirán los expedientes de sus casos, que hasta ahora les han sido negados. Lo único que han logrado hasta el momento es gracias a su insistencia y su valentía denunciando públicamente lo ocurrido. Veremos si las consignas emitidas por el Papa Francisco se traducen en la necesaria transparencia, además de en el reconocimiento de lo ocurrido para poner fin a esta lacra, que amenaza con erosionar seriamente la principal institución religiosa de este país, con un enorme peso y presencia en Castilla y León.

El encubrimiento ha sido sin duda el fundamental valedor de esas alimañas que se aprovecharon de niños, especialmente entre las clases más humildes. Seguir con las puertas y los archivos cerrados no arrojará luz, ni solución ni aire limpio en esta lucha emprendida por el pontífice contra la pederastia para acabar con ella, antes de que acabe con un legado y unas creencias de más de 20 siglos, con especial presencia en los territorios de Castilla y León

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