Diario de Valladolid

EDITORIAL

La construcción se recupera e ignora la temida desaceleración

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El sector de la construcción está a punto de terminar el año con una generalizada sensación de optimismo. La práctica totalidad de los indicadores económicos constatan que el ladrillo vuelve a asentarse en Castilla y León, aunque esa acreditada recuperación no implica que estemos en los niveles previos al estallido de la burbuja inmobiliaria. Incluso, los principales actores del sector acreditan que diciembre, un mes que no se caracteriza por el crecimiento del sector, está resultando positivo en comparación con el año anterior.

Aumento de visados, un suelo urbano más barato, aligeramiento de la bolsa de inmuebles, venta de viviendas en niveles altos, aumento de hipotecas y descenso significativo del paro son factores que demuestran que la construcción está cada año en niveles más positivos y que la temida desaceleración no aparece entre los síntomas de los diferentes ámbitos en los que se mueve el sector.

Además, Castilla y León no se alinea que la evolución general, donde resulta evidente la existencia de un frenazo que contribuye a esa todavía tímida desaceleración de la economía nacional que constatan los analistas.

Sería bueno que todos los que intervienen desde diferentes ámbitos en la actividad económica del sector inmobiliario tuvieran en cuenta que no se pueden cometer los errores del pasado para evitar los enormes perjuicios de un sector que evolucionó muy por encima de las necesidades reales de la población.

La construcción ha sabido reinventarse con actividades sostenibles y con apuestas innovadoras. Eso y una mayor racionalidad han permitido este crecimiento indiscutible que ahora se atisba y que permite aumentos de actividad razonable y sobre todo un recorte del paro, aunque todavía está muy lejos de los indicadores de aquel 2008 cuando el sector se desmoronó.

Es fundamental también sostener los precios de la vivienda, evitar que la especulación provoque perjuicios en aquellos que están en peores condiciones económicas y contribuir a que se haga posible el derecho a la vivienda digna.

Castilla y León no sufre esta situación, aunque los desequilibrios provinciales también se pueden constatar en las diferencias que hay entre una ciudades y otras y entre el ámbito rural y el urbano.

En definitiva, 2020 apunta indicios positivos para un sector que lleva ya dos años creciendo en Castilla y León. Este repunte no sólo será positivo para los más implicados, sino para la economía regional porque permitirá que compensar en parte la situación de otros sectores que están aún con un nivel de incertidumbre que va a tardar en despejarse. Que la desaceleración temida no afecte e al construcción es una buena noticia, aunque no sería bueno que ese diagnóstico llevara a este sector, que ha sufrido grandes turbulencia, a relajarse.

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