Diario de Valladolid

EDITORIAL

Mantener la senda del consenso y el rigor en el CES

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E. consejo Económico y Social (CES) es una institución propia de autogobierno que se caracteriza por su pluralidad, rigor y espíritu de consenso. Ese espíritu de consenso se ha quebrado en el primer informe firmado por el nuevo presidente, Enrique Cabero, que tomó posesión del cargo la última semana de noviembre tras varios meses de vacío.

Todas las partes que integran el CES se esforzaron en intentar llegar a un acuerdo sobre una de la reformas legislativas más polémicas y controvertidas del nuevo gobierno de coalición: la práctica eliminación del impuesto de sucesiones y donaciones.

Este periódico viene sosteniendo que se trata de una reforma que solo favorece a una pequeña minoría de ciudadanos que podría coincidir con personas con un mayor nivel adquisitivo. En cualquier caso, no se trata de un bajada de impuestos general sino selectiva y su nivel recaudatorio es pequeño.

Que se trata de una reforma controvertida lo pone de manifiesto el hecho de que el informe del CES ni siquiera lo avala expresamente -tampoco lo rechaza- y ha salido adelante con un voto particular de los sindicatos, algo que no ocurrió en la práctica totalidad del mandado anterior con Germán Barrios al frente.

No se puede responsabilizar enteramente al nuevo presidente de la quiebra de este consenso porque acaba de aterrizar en el cargo y el trabajo previo estaba ya iniciado.

Sin embargo, el Consejo Económico y Social debe mantener la línea de rigor, consenso y pluralidad que le ha caracterizado en los últimos años. También de participación y de crítica. Se trata de un reflejo de una parte importante de la sociedad más activa donde confluyen intereses muchas veces contrapuestos y de ahí la importancia de reforzar un vehículo de diálogo que siempre contribuye a hacer Comunidad.

Pero ese rigor y consenso no está reñido con la profundidad de los informes y por lo tanto nadie puede ver como algo negativo el que se confronten posiciones divergentes.

En cualquier caso, esta Comunidad necesita un modelo de financiación que aporte los recursos necesarios para mantener los servicios esenciales sin hipotecas y sin más sacrificios tributarios. El CES bien puede seguir abanderando ese reto si logra aunar los intereses de Castilla y León. Pocos como los colectivos que lo integran conocen mejor las necesidades y carencias de la Comunidad.

En ese sentido, resulta imprescindible consolidar el espíritu de consenso y rigor sin devaluar la fortaleza de sus informes.Ese es el reto de los treinta y seis consejeros del CES y de su presidente para que la institución mantenga la función que los ciudadanos esperan de ella.

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