Diario de Valladolid

EDITORIAL

PISA certifica la fortaleza de la Educación y da un aviso

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el informe pisa ha vuelto a corroborar que la Educación de Castilla y León está en la élite. Por encima de la media española y a enorme distancia de muchas comunidades. El informe PISA es un termómetro de enorme prestigio sobre la situación mundial de la educación. Pero el informe PISA también ha dado un claro aviso a los rectores del gobierno de Castilla y León con la pérdida del primer puesto, alcanzado en la anterior edición de este análisis, hace dos años. Cierto es que es la única comunidad que mantiene los dos segundos puestos en Ciencias y Matemáticas, que son las materias examinadas, en vista de que la de comprensión lectora no se ha publicado a la vista de supuestas anomalías en algunas regiones españolas.

La Educación en Castilla y León es un baluarte. Y es algo de lo que los ciudadanos de la región deben sentirse orgullosos. Es fruto del trabajo, esfuerzo y eficacia. De los políticos, en este caso. Y de los docentes. Es el síntoma de cómo gestionar bien los escasos recursos públicos. Y más en un territorio con las dificultades que representa la dispersión y la ruralidad. La apuesta por los servicios públicos de la era Herrera es la mejor herencia de la que ahora disponemos.

Sin duda alguna, la pérdida del liderazgo en ambos análisis no es preocupante, ni mucho menos. Pues ninguna otra comunidad logra los resultados conjuntos que tiene Castilla yLeón. Pero sí es cierto que es un aviso para estar atentos. Y ese aviso viene propiciado del anterior mandato, donde los caprichos experimentales del consejero y su equipo, Fernando Rey, ocasionaron más de un contratiempo en la Educación. El erróneo empecinamiento del bilingüismo no hay duda que se encuentra detrás de esta rebaja en el ranking de PISA, que ha llevado a Castilla y León a obtener el peor resultado desde 2003. También es cierto que sólo hay posibilidad de bajar cuando estás en lo más alto. Pero la anterior etapa, un tanto ideologizada, sobre todo sus errores deben guiar a la actual consejera, RocíoLucas, en los aciertos que enderecen el rumbo y evitar que el deterioro en una futura edición de PISA se empiece a hacer preocupante.

De la anterior etapa quedan experimentos como aquel de las vacaciones de Semana Santa después de Semana Santa que incomodaron a todos, excepto a determinados poderes sindicales, que son lo que en buena medida regían los destinos de la Educación. El atasco de deberes sigue siendo un problema que el anterior consejero sólo se dedicó a torear, pero no a afrontar. Igual que la duplicidad de carreras que ocasionan una estúpida competencia interna en las universidades de Castilla y León, aunque no tenga que ver con PISA. Pero la fortaleza de la Educación en la comunidad ha impedido que la etapa anterior no haya causado mayores estragos. El actual gobierno debe tomar buena nota, que es fundamentalmente para lo que debe servir PISA: para aprender de los errores y enmendarlos.

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