Diario de Valladolid

JOSÉ MANUEL CANTERA CUARTANGO

Unamuno, el libertario

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DESDE hace unas semanas tenemos en nuestras carteleras una nueva película de Alejandro Amenábar titulada Mientras dure la guerra, un biopic que narra los primeros días de la guerra civil española y los últimos días en la tierra -falleció el 31 de diciembre de 1936- del catedrático de griego y eximio Rector de la Universidad de Salamanca, D. Miguel de Unamuno y Jugo.

Este director de cine chileno –nacionalizado español– no me deja de sorprender. Ya lo hizo con películas tan emblemáticas y controvertidas como Tesis, Los otros, Mar adentro y Ágora. Tiene la capacidad, como buen intelectual, de generar y crear opinión, a favor y en contra, de cualquier tema moral o circunstancial. Un polemista en estado puro.

La película de Amenábar ha hecho renacer a uno de los máximos exponentes de la generación del 98 como fue D. Miguel. Orgulloso de ser vasco y español, intelectual por los cuatro costados, de vasta cultura, antinacionalista empedernido –tuvo sonadas trifulcas con Sabino Arana, incluso disputó con él una cátedra universitaria–, sus obras han pasado al acerbo erudito español, europeo e internacional en ámbitos tan variados como la literatura, la filología, la filosofía, la política y el teatro.

Mientras veía la película me venían a la mente los tres libros de Unamuno que en el Bachillerato nos obligaron a leer: Del sentimiento trágico de la vida (1912), La agonía del cristianismo (1925) y San Manuel Bueno, mártir (1930). Todos ellos provocan en cualquier lector curioso e inconformista un aldabonazo que hace replantearse el modo –personal– de pensar y vivir. Algunos le acusaron de descreído y padre de los descarriados morales. A mí, no me lo parece. Más bien pienso todo lo contrario. Creo que Unamuno encarna a la perfección la libertad de conciencia, es un libertario.

La exposición pública de sus ideas le granjeó acérrimas enemistades entre los sectores más poderosos de la sociedad en la que vivió. Fue vilipendiado primero por los monárquicos, después por los partidarios del general Primo de Rivera, más tarde por los republicanos –a pesar de ser uno de los defensores de la instauración de la II República española– y finalmente por los partidarios del bando nacional. Hizo suyo el silogismo que décadas después dejó dicho –y escrito– Bob Marley, según el cual «si dejas salir tus miedos, tendrás más espacio para vivir tus sueños». La libertad y la búsqueda de la verdad tienen un precio. Que se lo pregunten a Unamuno. Lo sufrió –de manera furibunda– en sus propias carnes.

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