Diario de Valladolid

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El vicepresidente de Junta, Francisco Igea, va de polémica en polémica, da igual que sea con sus socios, con miembros de su propio partido o con externos. Viene a decir que Ciudadanos ha llegado a la Junta para cambiar las cosas y que no se van a quedar quietos, aunque eso genere algún rifirrafe, pero no deja de sorprender que siendo la fuerza minoritaria del Ejecutivo se empeñe en tener tanto protagonismo a la hora de pisar charcos.

Con la sanidad han montando un lío innecesario, por hacer las cosas de distinta manera a lo que se comprometieron, en el fondo y en la forma. En el fondo porque defendían, como oposición y en la campaña electoral, mejorar la sanidad y parece que sus propuestas actuales van encaminadas a recortar medios y a poner en duda promesas, como en el caso de la radioterapia en provincias que tienen. En las formas porque el diálogo y el consenso prometido brilla por su ausencia. Anuncian una especie de auditoría a empresas públicas, lo que está muy bien, con la meta de asumir en la Junta lo que se pueda, lo que da la impresión de no casar muy bien con el discurso liberal.

En cualquier caso, detectar qué es lo que no funciona e intentar arreglarlo es lo que corresponde a un gobierno y, además, si se ahorra algo para cubrir lo que ha crecido el coste de los altos cargos, pues mejor. La última de las polémicas, la de las Edades del Hombre, se comprende menos. Igea dice estar encantando con la iniciativa y la riqueza que crea y sin embargo la lía. Anuncia de forma unilateral las sedes, saltándose las formas habituales hasta ahora. Así que Igea lo que hace, aparentemente, es dar un golpe en la mesa para imponer la autoridad que le da manejar el dinero público que va a las Edades y saltarse un paso que le debe parecer inútil, la formalidad de dar voz al Patronato. Y para intimidar más y no tener que pedir disculpas, advierte que hay que dar una vuelta a las Edades del Hombre, porque Ciudadanos ha llegado para mandar. No se entienden las alabanzas a la muestra para luego anunciar cambios sin definir y sin señalar el resultado del supuesto análisis que muestre la actuales deficiencias o las cuestiones a mejorar. Las formas y los tiempos son importantes, así que Igea se equivoca al intentar revolucionar las cosas solo con ruido, sin mostrar una hoja de ruta, porque lo que traslada es que alborota sin más, con formas que a veces pueden parecer malos modales y que no muestran, porque no se expone, que haya un fondo detrás.

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