Diario de Valladolid

Creado:

Actualizado:

CUANDO Mientras dure la guerra, la cinta de Alejandro Amenábar sobre Miguel de Unamuno en Salamanca durante el estallido de la guerra incivil, es ya una de las películas más taquilleras de España, y cuando la exhumación del dictador se ha convertido en la noticia más destacada por los medios de comunicación, un artista se dedica tranquilamente en Salamanca a pintar sobre Franco. Pero literalmente, encima de su rostro. Miguel García es el encargado de tapar la efigie del general sublevado que se hizo con todo el poder en España, a sangre y fuego, en el mural del salón de plenos del Ayuntamiento de Salamanca, en cumplimiento de la legislación.

No parece muy apropiado que a estas alturas en una sala donde se reúnen los representantes democráticos siga expuesta la figura de un jefe de Estado que abolió la democracia. El restaurador trabaja con calma, sin más alteraciones que recibir a algún medio de comunicación para explicar su trabajo, consistente en completar la imagen que tapa el caudillo, la Torre del Aire. Sin estridencias, como debe ser lo lógico en una democracia consolidada. Ahora, el ruido era inevitable con la exhumación, postergada durante demasiado tiempo o tal vez el necesario para pasar página de la forma más tranquila posible.

Al día siguiente, llama la atención una grabación de un pequeño tumulto entre los familiares de Franco y los policías que vigilaban el sepelio en Mingorrubio. Estaba prohibido grabar el acto y los policías sospechaban que se había hecho y querían registrar a un familiar. Uno de los asistentes, ante el rifirrafe con la policía, exclama: «Esto es una dictadura». La frase se la atribuyó luego el abogado de la familia de Franco, pero no puede resultar más paradójica pronunciada en el entorno de quienes homenajearon no solo a un familiar sino también a un dictador. Afortunadamente, en España hay democracia y es real, por mucho que se empeñen en decir lo contrario franquistas o independentistas. Ahora, el peligro es querer cambiar la historia, emponzoñar el gran logro que fue la Transición.

En una emisora de Castilla y León escuchaba a una periodista calificar esa transición de «corrupta», cuando posibilitó salir a los españoles de un atolladero histórico desde la reconciliación y ahora permite que alguien pinte sobre Franco, como en Salamanca, aunque sea con retraso, con tranquilidad y sin miedo, en democracia.

tracking