Diario de Valladolid

REGALADO

A propósito de Unamuno y la gresca de las 35 horas

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El arte de la política, especialmente en materia de diálogo social y con unos interlocutores tan singulares como los sindicatos, radica en negociar. No en esgrimir argumentos de corta caducidad como si de una perpetua campaña electoral se tratase. Y ese es el error cometido por el gobierno naciente, cuya dualidad a en ocasiones en más inescrutable que lo de la trinidad, que ya le ronca los testículos. Negociar, negociar, negociar. Y volver a negociar. Hay que beber de las fuentes de los sabios, aunque fueran de Hortaleza, como el gran Luis Aragonés. Negociar, negociar y negociar. Y volver a negociar. Si en una mesa de diálogo la única salida a la gresca de las 35 horas es el abismo, corres el riego de que te empujen a ti antes que arrojarse ellos. Está en la condición humana la supervivencia. Y si algo han demostrado los dirigentes sindicales de esta tierra desde los tiempos de Fermín Carnero es la serenidad y la sensatez. Pero tampoco las ansias de suicidio. El primer error fue el electoralista de esgrimir los 440 millones adeudados por Sánchez para imposibilitar las pactadas y prometidas 35 horas para los funcionarios de la Junta. Porque en media hora te dejaron sin argumento. No verlo no fue ceguera, fue torpeza. Los sindicatos sólo esperan un regreso al diálogo, a la paciencia y a la serenidad, porque ni ellos mismos quieren comenzar la legislatura rompiendo los puentes que tanto y a tantos costó construir con una huelga en la Junta, que no general, porque por lo general eso no sale bien. Tiene el gobierno la oportunidad de remendar con acierto y diplomacia el hito de conseguir que unos señores que llevan lustros negociando como señores se hayan levantado de una mesa en 20 minutos. Vencer no es convencer. Dinamitar no es convencer. Convencer es negociar. O así lo diría el Unamuno de Amenábar.

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