Diario de Valladolid

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EL PUCHERAZO en Ciudadanos que denunció el líder de Transparencia, Francisco Igea, enfrentado en su día al aparato del partido de los bandazos, acrecentó mis simpatías hacia un médico que parecía dispuesto a plantar cara a Goliat. El intento de ganarle con trampas las primarias por parte de alguien del equipo de Silvia Clemente, alimentó aún más esas simpatías hacia este «ciclista fondón» –como se llama en twitter–, que el 14 de octubre se sentará en el banquillo por una «amenaza leve» a un militante de su partido. El ahora vicepresidente del Gobierno de Castilla y León y consejero de la Transparencia pretendió este lunes trasladar una imagen de transparencia difundiendo él y no otros la fecha del juicio. Ni es tan transparente como pretende hacernos ver ni sus discursos se corresponden con sus hechos. Igea se negó este lunes a revelar la identidad del camarada que le denunció y tampoco desveló la amenaza que en la denuncia se le atribuye. «Si vuelve a salir algo de mi familia te destrozo y reviento el partido por dentro, porque tengo documentación que si sale a la luz va a hacer mucho daño», recoge la denuncia de unos hechos cuya veracidad deberá decidir el juez. Esto me lleva a aventurar que Igea es un político documentado, que se provee de información y que la gestiona adecuadamente en función de sus intereses personales o familiares y que, a la vez, es un hombre ilustrado (ya verán por qué lo digo) que elige los momentos para «hacer mucho daño». No dudo de que sea más transparente que otros; pero si fuera tanto como predica, cuando el periodista le preguntó en las Cortes sobre el autor y el contenido de la denuncia, lo habría revelado al momento.

Este vicepresidente de Cs vive en otra galaxia distinta a la mayoría. Prometió en campaña sacar a un «PP corrupto» de la Junta e hizo lo contrario. Se le reclama información sobre una denuncia que le desacredita sobre su condición de político y nada. Y, también este lunes, utilizó una retahíla de citas, algunas sacadas de contexto, para desacreditar a quienes reclaman transparencia y «memoria histórica» con los crímenes de Franco, acusándoles de «dejarse seducir por la tentación del odio». El «ultraderechista» de Cs, como le denominó la oposición, debería ahorrarse citas para ocultar su perfil y asumir que hubo un general que se rebeló contra una República elegida por los ciudadanos y que blanquear la memoria del dictador, como ahora hace con el PP, es todo menos regeneración y apunta al ocultismo con la historia. Un bandazo más de quien considera la denuncia de su «camarada» como algo privado. Señor Igea, vuelva a la Tierra si no quiere hacer más felices a sus enemigos que cada vez son más.

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