Diario de Valladolid

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GOLPE constitucional con aval monárquico en la Gran Bretaña en manos de un tirano demagogo. Crisis en Italia provocada por el ultraSalvini. Sombras de recesión en la poderosa Alemania de Merkel. El mundo pendiente del pulso proteccionista entre ese EEUU de Trump y China que ni el G-7 logra parar. No me olvido de España. Sobre todo, porque agosto termina mañana y nada ha cambiado. Un mes inútil para que este país tenga gobierno. Sí, querido lector: si te fuiste de vacaciones y desconectaste de la política, verás que nada ha cambiado; ni siquiera la arrogancia de quien lo quiere todo gratis y piensa más en clave de partido -ganar más poder- que en clave de país de ciudadanos.

Nadie, excepto los barones antisanchistas, los dirigentes más disciplinados o el tripartito de derechas, entiende que no se pueda volver al punto de ruptura con Unidas Podemos para retomar unas negociaciones y recuperar, con más dosis de humildad por ambas partes, la confianza perdida. Que nadie ignore lo que pasa fuera, que nadie olvide el contexto de crecimiento, con sombras de desaceleración, que vive este país en una coyuntura geopolítica que anticipa un otoño abrasador.

No se entiende este mes sabático cuando no hace mucho, en aquel pacto presupuestario titulado «para un Estado social», PSOE y Podemos hablaban de empobrecimiento de la mayoría, crecimiento de la desigualdad, pobreza, recortes... y de la existencia de una austeridad a ultranza. Clamaban entonces por el «imprescindible consenso político y parlamentario» para que se aprobaran esas cuentas que el independentismo y la derecha antisocial tumbaron.

Pensiones, blindaje del Estado del Bienestar, empleo y salarios dignos, ayudas a las familias pobres, igualdad, reversión del abandono rural, calidad democrática… Esas fueron las claves del presupuesto que pudo ser y no fue, y que habría evitado la última campaña autonómica por la financiación. Esas son las claves del Gobierno social que debería ser una realidad antes del 23-S.

Si Sánchez quiere una investidura gratis y sin coalición, que se la den. Que su arrogancia quede fotografiada. Que Unidas Podemos le preste su apoyo; que contribuya también a que las autonomías reciban los fondos que los gobiernos del PP-Cs, entre ellos el de Igea y Mañueco, reclaman con razón en un hipócrita acto de seguidismo a la Cataluña rebelde. Hay nubarrones que invitan hoy, con más fuerza, a recuperar la ambición por los ciudadanos y dejar atrás la ambición partidista. Aunque parezca gratis, ese apoyo no sería en balde si se recupera el espíritu de aquel acuerdo presupuestario que pudo ser y no fue, y obligan a cumplirlo. Miren la que está cayendo fuera.

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