Diario de Valladolid

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Dicen que ‘ellos’ vienen en la agenda porque tiene que ser así. Que son cosas que pasan siempre. Que les pasaron a madre y al padre de su padre. Que su vuelta es tan normal como un manzano que siempre da manzanas y cuando no da «vale pa’ sidra». Ahí sigue el manzano en flor, envidiando a sus rivales leñosos, al almendro y al cerezo cuyas flores se llevan las fotos, pero la manzana siempre fue el alimento del común y de la prole.

‘Ellos’ me trajeron hace poco una frase: «El manzano es como un chon, se aprovecha todo, la manzana se asa, se come sola y con carne, en mermelada, se hacen tartas, te la bebes en sidrina y en licor de aguardiente que en Francia llaman Calvados y hasta nos da vinagre para escabechar…». Me tocará añadir algún día todo lo demás, desde el trinaranjus a los snack, pasando por los concentrados y sus virtudes nutricionales.

No entraré en el gusano de su leyenda negra y símbolo del pecado. De asuntos bíblicos mejor pasar, al menos hasta que alguien rescate a Eva de ese «paraíso machista», que la militancia femenina denuncia y que no tardará en hacer recuento de costillas y obligar al ofidio a que platique antes con Adán. Al tiempo. Pero eso es otro menú. Ahora se trata de ‘ellos’, los emigrantes de la memoria que regresan a casa y bombean el corazón. Aparecen al inicio del ‘tardíu’ de las personas. Ahí me ando. Lo hacen sin previo aviso.

Algunos sostenemos que vienen a avisarte para que no te olvides de dónde vienes. Son viajeros y mensajeros del pasado. Te refrescan lugares, sonrisas, rostros, olores y amores que se habían casi borrado del todo. Ellos son los recuerdos de la niñez. El olor a manzanas que salía de debajo de las camas, donde se conservaban meses sobre un lecho de papel de periódico. Ningún perfumista podrá captar jamás la ternura de este aroma.

Los recuerdos de la infancia vuelven para quedarse. Te cantan al oído y a capela, sin música. No necesitan foto ni lienzo. Entran sin llamar. Son fantasmas del pasado, pero sin ululeos ni sábana. Y es que ellos, los recuerdos de la infancia, tienen la clave de lo que somos. Explican muchas cosas que hicimos mal o que hacemos bien. Por mi parte, cada día subo más al ‘sobrao’ a coger una manzana del suelo. La de ayer maduraba sobre en una hoja de un periódico del 68. Buena añada de vino y de revoluciones. Atentos todos: venir, vienen y entran sin llamar. Que no os falten manzanas en el cesto de la fruta madura.

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