Diario de Valladolid

Félix Villalba

‘Paracas’ y cascos azules

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ESPEJÓN es un municipio soriano de menos de 200 habitantes de la comarca de Pinares, pegado a Burgos. En las municipales debía elegir cinco concejales, pero el número de candidatos no era tan alto. Nadie del pueblo quiso presentarse, así que el PP lanzó a dos paracaidistas y el PSOE a uno, los tres desconocidos en el pueblo. Salieron elegidos, pero el problema gordo fue el día de la constitución del Ayuntamiento, ya que los dos concejales del PP dieron la espantada. Solo el socialista, que vive a 30 kilómetros de Espejón, recogió el acta de concejal, así que transcurrido el plazo legal para un nuevo pleno se convirtió en alcalde.

Su primera tarea era encontrar vecinos que se hicieran cargo de la actividad municipal. Dentro del paracaidismo político, en el caso de Espejón, los paracas eran algo así como cascos azules en misión humanitaria, aunque dos se marcharan antes de concluir su tarea. Luego hay otros paracas que caen en listas electorales para ocupar una plaza, un puesto político, para llevarse un botín. Cuando Luis Bárcenas, ex tesorero del PP, dimitió como senador en 2010 por los escándalos de financiación del partido, muchos cántabros se enteraron que era senador por su comunidad.

Era su segunda legislatura y no lo conocía prácticamente nadie en Cantabria, donde no había estado en acto oficial alguno. Lo curioso es que en sus primeras elecciones en Cantabria se convirtió en el senador más votado de la historia de esa comunidad y aún conserva el récord, aunque es cierto que eran los tiempos del orden alfabético en las listas al Senado. En Castilla y León hemos visto en las últimas elecciones este tipo de paracaidismo y los problemas que genera.

Hay una forma más de paracaidismo en la que se minimiza el riesgo, porque no se depende de las urnas para caer de pie. Lo estamos viendo también en esta tierra estos días, con Javier Maroto, que ha saltado sobre la ancha comunidad y ha bajado del cielo con sus papeles de segoviano, el único requisito para llevarse el botín pactado, ser senador autonómico, con quien está al mando del avión. Y luego está el paraca que llega a un puesto de gobierno, como el flamante viceconsejero Fernando Navarro.

Maroto no consiguió ser elegido en su País Vasco y Navarro tampoco en Baleares, así que aquí tienen su segunda oportunidad. Pero no se asusten, no es que en Castilla y León se necesiten cascos azules porque no hay suficientes políticos de talla para ocupar los cargos de representación y de gobierno. El humanitarismo es el de los castellanos y leoneses que con generosidad ayudan a quienes les han negado el pan y la sal en su casa.

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