Diario de Valladolid

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SI LA AEMET, esos que nos amenazan con una de las mayores olas de calor de la historia, se dedicara a predecir los riesgos demográficos, nos habría instalado hace tiempo en alerta naranja; ese diagnóstico que anticipa «riesgos importantes» y fenómenos «con cierto grado de peligro».

Castilla y León está hoy más vacía que nunca. El INE lo auguró y no le hicimos caso. Nueve años consecutivos de pérdida de población, el mínimo desde (1971) que hay registros oficiales. Los mayores cada vez somos más y los niños cada vez son menos.

Los que supuestamente van a gobernar esta Comunidad los próximos cuatro años, PP y Ciudadanos, solo han dedicado un párrafo de sus cien medidas a la despoblación; para crear un comité de expertos y hacer un informe dentro de un año. La ola de calor les ha calentado en exceso el cerebro; no les dio para pensar que hay múltiples estudios independientes y que las estanterías de la Junta están repletas de fracasadas estrategias contra la despoblación.

Bajar los impuestos a los ricos y lograr cargos al coste que sea. Eso es que más interesa al dúo Mañueco-Igea, ese matrimonio de conveniencia desavenido antes de una boda forzada por los señores de negro que van sacando el pacto con fórceps. El acuerdo con el que aspiran a gobernar es solo un pretexto para ocupar sillones, salvo que haya letra pequeña oculta.

Desconfíen de quienes proponen que los ricos tributen menos a la caja común (para pagar servicios esenciales a todos) en un país con la presión fiscal por debajo de la media. Son los que quieren menos recursos para los más vulnerables con el dogma falso de que así se invierte más. que imiten a los 20 multimillonarios norteamericanos patriotas que han pedido lo contrario para fortalecer la economía.

Hay motivos crecientes para estar en alerta naranja en esta Comunidad. No solo por la despoblación galopante, sino porque los dos líderes que pretenden gobernar Castilla y León no se quieren; porque el matrimonio amenaza divorcio y porque los hombres de negro de Madrid de ambos partidos desconfían de sus dos líderes regionales, son expertos en imposiciones y en venganzas (véase el casoCarnero).

El mes que ha transcurrido desde el 26-M obliga a estar en alerta ante los bandazos de Ciudadanos. Ya no solo porque anunciaron cambio y ahora prometen gobernar con el partido más vilipendiado por ellos. Hacen lo contrario de lo que prometen; acaba de ocurrir en Burgos donde gobernará tras ocho años el PP en contra de lo que prometió Igea. Tengan cuidado de no desmayarse con tantos giros. Estamos en alerta naranja.

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