Tropeles trashumantes
SUBIDOS AL tobogán de las campañas, resulta muy poco ejemplar el espectáculo ofrecido por la apertura de las cámaras legislativas nacionales, una jornada sobresaliente por la chisgarabía de los mequetrefes parlamentarios, que no han guardado el respeto debido a la encomienda atribuida por sus electores. Mientras en las Comunidades del común proseguimos de campaña, entretenidos con la intriga de los pactos. Claro que también ha sido relevante, más allá de los ruidos, el diverso protagonismo desempeñado por dos de nuestros parlamentarios electos presidiendo las mesas de edad de ambas cámaras.
El médico burgalés Agustín Zamarrón deslumbró, además de por su venerable aspecto valleinclanesco, por el primor mostrado en el desempeño de su función transitoria, chirriante en un parlamento todavía desbordado de latosos botarates. Bien distinta y rutinaria resultó idéntica gestión transitoria protagonizada en el Senado por el cansino Juan José Lucas. Si acaso, de este copo por edad, cabe deducir nuestra condición de tierra saludable, adornada con el privilegio de la longevidad.
Aunque para no presumir en exceso, hay que recordar que un alborotador senatorial, por la trapisonda del preso madrileño Raúl Romeva al prometer por imperativo legal su respeto a la Constitución, resultó el director general de la policía patriótica e increíblemente todavía senador por Castilla y León Ignacio Cosidó. Ahí sigue metiendo bulla, a pesar de las revelaciones judiciales de sus manejos y de los dicterios populares de Andrea Levy, quien calificó como repugnante su actuación al frente de la policía.
Como en los alardes del naipe, da la impresión de que todos van de farol en la carrera de los remedios, sin entender que se acabó la acomodada alternancia de la transición y hay más disputa del reparto. A punto de concluir ya la campaña, los sondeos tienen amoscados a los contendientes, más preocupados por no estropear pactos que por explicar propuestas. Sin echar mano de ocurrencias o trucos baratos, contrastando proyectos y prescindiendo de descalificar a volatín.