Diario de Valladolid

BALONMANO

Cumpleaños en el Coliseo

El Atlético Valladolid celebra su quinto aniversario con una cantera formada por casi 300 jugadores llamados a nutrir en el futuro al equipo de Asobal

La gran familia del AtléticoValladolid se reúne en Huerta delRey para celebrar el quinto aniversario del club.-ATLÉTICO VALLADOLID

La gran familia del AtléticoValladolid se reúne en Huerta delRey para celebrar el quinto aniversario del club.-ATLÉTICO VALLADOLID

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Guillermo Sanz

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El mismo reflejo que veían los gladiadores que bebían de las aguas del Tíber en la antigua Roma es el que ven los pequeños gladiadores azules del Atlético Valladolid cuando miran su silueta en el Pisuerga. Los siglos han pasado y la lucha cambió la arena por el parqué y la espada por el balón, pero el espíritu luchador late como el primer día en el ‘Coliseo’ del balonmano: Huerta del Rey, centro de operaciones de un club que sopla las velas de su quinto aniversario.

Los primeros capítulos de la vida del Atlético Valladolid narran cómo pasar de los pies a la cima de la montaña en apenas un salto. El club comenzó a caminar con tres equipos (un juvenil, un cadete y el equipo escolar del Francisco Pino) en su mochila; un lustro después la maleta protege a 18 equipos, incluida la joya de la corona: el equipo Asobal.

Desde la escuela hasta los veteranos son 280 los escribas de esta historia que parecía ciencia ficción hace un lustro y que encontró el caldero mágico con el programa ¡A jugar!, clave en la explosión atlética. «No te digo que no soñáramos con ello cuando empezamos, pero se ha conseguido dando pasos muy grandes. Estamos contentos con los resultados, pero nuestro objetivo no es ser campeones de nada, si lo somos mejor, pero nuestra meta es formar jugadores que, a la larga sirvan para el primer equipo», explica el vicepresidente del club y responsable de la cantera José Francisco Parro.

El club divide su futuro bajo dos etiquetas: base y cantera. En el primer grupo entrarían la escuela que el Atlético Valladolid tiene en Zaratán y los equipos de categorías prebenjamines, benjamines y alevines. En el segundo el discurso toma otro matiz, una más serio. Los infantiles, los cadetes y los juveniles son entrenados con vistas a poder vestir la armadura del primer equipo algún día. En otras palabras, la cantera es la despensa en la que el club guarda los nutrientes del equipo de Asobal. «Intentamos dar a esas categorías un plus de calidad. Tenemos muy claro que tenemos que nutrirnos de gente de la cantera y que tenemos que apostar por la gente de casa. Ahora estamos intentando dar más calidad a los entrenamientos de la cantera y están cogiendo las riendas entrenadores de nivel nacional», asegura Parro. De esta manera, el staff técnico del club cuenta entre sus nombres a Fernando Bolea, Rafa Mejías, Eduardo Izquierdo y Óscar Ollero.

Que el primer equipo lleve el ADN de Valladolid es un credo que ha acompañado al club desde su nacimiento. A jugadores como Diego y Miguel Camino, César Pérez, Roberto Turrado, Nico López, Roberto Pérez o Dani Pérez se han unido las dos últimas piezas salidas de la factoría de Huerta del Rey: los hermanos Martínez Lobato, Álvaro y Miguel, dos jugadores ya instaurados en el equipo Asobal. «Son los claros ejemplos de dónde queremos llegar: que de cada generación tengamos 2 ó 3 chavales que tengan opciones de jugar en el primer equipo. Nunca se sabe si van a salir o no, pero se ve a jugadores con maneras en la cantera», asegura directivo.

Los Martínez Lobato son una ‘especie protegida’ dentro del club, pero no una especie en peligro de extinción. La cantera atesora varios talentos que, como los hermanos, han sido captados por la selección española para sus concentraciones. Gladiadores con alma de Hispanos como Alejandro Pisonero, Javier Colías, Henrick Kahr o Diego Pérez. Ellos, junto a sus compañeros, han encontrado este año una lanzadera en el equipo de Primera Nacional del BM Delicias, club con el que alcanzaron un acuerdo de filialidad (tras la desaparición del equipo de Segunda Nacional del Atlético Valladolid). En Canterac, las promesas del balonmano vallisoletano «tienen una zona de aprendizaje importante» en una categoría nacional bien para foguearse antes de dar el salto o bien para disfrutar de los minutos que se pagan a precio de oro en el primer equipo.

Hasta llegar a esa casilla, los jugadores atléticos han tenido que quemar antes su etapa de aprendizaje; un campus universitario deportivo repartido por todos los rincones de la ciudad. «Hacemos encaje de bolillos para cuadrar las horas. Las épocas en las que los niños jugaban en el patio del colegio ya han pasado y ahora la gente demanda pabellones», confiesa José Francisco Parro. Así, Huerta del Rey (donde, en ocasiones, el equipo Asobal comparte pista con otra categoría) se convierte en la central de una factoría de balonmano que reparte su producción por los parqués del Pilar Fernández Valderrama, Gregorio Fernández, Niara, Lalo García y el pabellón del IES Jiménez Lozano, además de por localidades como Zaratán, Cabezón o San Miguel del Pino, donde el Atlético Valladolid ha clavado su bandera.

¡A jugar! fue la llave que abrió también la puerta de varias aulas en los colegios de Valladolid, a los que el Atlético Valladolid llamó a sus puertas. «Fue un boom», recuerda Parro, que explica cuál es la filosofía del club en este campo: «La base sigue manteniendo ese vínculo con el colegio hasta infantiles. Después se unifica todo en el club. Ahí se reduce la pirámide para coger la mayor calidad posible», desgrana. Centros como el de El Peral, el Vicente Alexandre, el Francisco Pino, Parque Alameda o Julián Marías tienen la pizarra en la que se dibuja otra rama del futuro del Recoletas Atlético Valladolid. En ese pupitre, el de la base, se estudia la única asignatura pendiente del club: «Marcar una línea de trabajo de infantiles para abajo. Marcar esa línea es lo que tenemos que hacer para que cuando lleguen a cantera lo hagan con una base», reconoce Parro.

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