Pablo Fernández anda pidiendo primaveras
TAMBIÉN es infortunio inmisericorde que alguien elija como lema de precampaña que va a llegar la primavera y se asomé un invierno repentino y jodón. También es un poco cursi elegir lo de la primavera. Porque a pocos le reverdece la metáfora del mayo francés y no digamos la de los tanques de Praga.
El Corte Inglés llegó para hacernos la vida más fácil y la historia más olvidadiza. Pues en esas anda, pidiendo primaveras, como el saetero escaleras, el bueno de Pablo Fernández, atribulado candidato de Podemos en Castilla y León. «Que también es mala suerte, Régula», que diría Paco ‘El bajo’ si hoy tuviera que reescribirlo Delibes. Anda Fernández rogando primaveras por todos los rincones de Castilla y León para cuando florezcan las urnas de mayo.
Las encuestas no le auguran nada bueno. Cierto que las encuestas no legislan donde rigen las urnas. Pero las urnas de abril, las que precederán a las de mayo, seguramente le dirán que la cosecha vendrá menguada, tan lejana a la bonanza de hace cuatro años. Y no será culpa suya, Régula. De Pablo Fernández, digo.
Que no será por no labrar, que el hombre se ha pasado cuatro años de sol a sol. Sin duda el más esforzado de los 84 que llegan al hemiciclo regional los días de pleno y remuneraciones. Esos días y el resto de los días. A veces en soledad, cuando no, contra los elementos, unos cuantos de la bancada propia que ahora se va a despojar o que han huido como los animalitos esos de nombre peyorativo que son los primeros en dejar la nave cuando se hunde.
En cualquier caso, Pablo Fernández, se ha ganado por mérito propio tener hueco en la política de esta tierra. Ojalá que las urnas no sean tan crueles con él como le son las encuestas. Ahí sigue, como un labriego, de sol a sol, pidiendo primaveras.