Diario de Valladolid

JOSÉ MANUEL CANTERA CUARTANGO

El perverso Víctor d´Hondt

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Quién le iba a decir a Víctor d´Hondt que se convertiría en uno de los hombres más nombrados y manidos antes –y después– de las contiendas electorales en el Reino de España –europeas, nacionales, autonómicas y locales– desde la entrada de la Constitución Española de 1978 hasta nuestros días.

Los partidos políticos, los medios de comunicación, los tertulianos, los periodistas y parte de la ciudadanía no deja de traer a colación, por activa y por pasiva -o como se dice vulgarmente lo tenemos hasta en la sopa- el sistema d’Hondt, explicando o criticando este singular procedimiento que recoge nuestra ley electoral. No deja de ser paradójico que el país donde se encuentran las sedes de las Instituciones Europeas y en el que reside el ex presidente de la Generalidad de Cataluña, Carles Puigdemont, sea el que haya dictado el mecanismo jurídico y matemático de cómputo de votos y su correspondencia en número de diputados, senadores, procuradores o concejales.

Pero, ¿quién fue Víctor d’Hondt? Un peculiar personaje que ha marcado, está marcando y marcará el debate de la opinión pública y el destino de la Nación Española de los próximos años, salvo que el sistema por él concebido se modifique, se altere o se cambie por otro.

Víctor d’Hondt nació en Gante en el año 1841 –ciudad donde también vino al mundo Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico– y murió en 1901 en el mismo municipio que le vio crecer. Fue un insigne matemático, aunque ejerció como profesión la de Profesor de Derecho Civil y Fiscal de la Universidad de Gante. No obstante, ha pasado a la posteridad por su libro La représentation proportionnelle des partis par un électeur (La representación proporcional de los partidos por cada elector) en el que ideó el método d’Hondt, sistema electoral que permite obtener el número de cargos electos en proporción a los votos conseguidos por las candidaturas.

Este instrumento de selección de cargos públicos ha sido adoptado por numerosos países de todo el mundo, como por ejemplo Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Uruguay, Venezuela o Turquía. También lo han incorporado a su ordenamiento jurídico algunos Estados Miembros de la Unión Europea como Austria, Bélgica, Bulgaria, Croacia, Eslovenia, España, Holanda, Irlanda, Luxemburgo, Polonia, Portugal o la República Checa.

Sin embargo, pocos saben que el sistema de elección popularizado por Víctor d’Hondt no es del todo original. Está basado, aunque con ligeros cambios, en las reglas de cálculo creadas un siglo antes por Thomas Jefferson, uno de los padres fundadores de Estados Unidos, principal autor del texto de la Declaración de Independencia norteamericana firmada en 1776 y tercer presidente de Estados Unidos de América –de 1801 a 1809–.

En el debate constituyente sobre el sistema electoral por el que se regirían las elecciones en España se expresaron planteamientos para todos los gustos. En términos generales, con diversos matices, puede decirse que el centro-izquierda y la izquierda hicieron del criterio de la proporcionalidad cuestión esencial frente a las preferencias por el sistema mayoritario que entonces auspiciaba la derecha. El resultado final fue una fórmula intermedia y flexible, que no contentó a nadie.

Nuestro sistema electoral se crea por Real Decreto-ley 20/1977, de 18 de marzo, sobre Normas Electorales, cuyo artículo veinte introdujo la atribución de escaños prevista en el método d’Hondt. El contenido de este artículo pasa a convertirse, con ligeros retoques no sustanciales, en el vigente artículo ciento sesenta y tres de nuestra Ley Orgánica 5/1985, de 5 de junio, de Régimen Electoral General.

¿Y cómo funciona y se traduce el método d’Hondt en el Parlamento español? Este famoso y archiconocido sistema lo que hace es repartir los escaños a los coeficientes mayores según el número de escaños a repartir o, dicho en román paladino –y traducido al común de los mortales–: en circunscripciones pequeñas –y poco pobladas– los primeros y segundos partidos políticos o coaliciones políticas entran seguro en el parlamento. Los terceros se quedan fuera ya que, aunque cuenten con un gran número de votos, no los tienen concentrados en cada provincia. Además, a esto hay que añadir que no se tienen en cuenta aquellas candidaturas que no hubieran obtenido, al menos, el 3 por 100 de los votos válidos emitidos en la circunscripción. Criterios similares rigen para el resto de elecciones, aunque dependerá de la circunscripción electoral, con una excepción, las elecciones europeas, de circunscripción única, en las que los resultados son distintos.

Estas reglas electorales, unidas a la incertidumbre y fragmentación del voto –tanto en el espectro de la izquierda como en el de la derecha donde la ciudadanía puede elegir entre varios partidos políticos– hacen que el resultado electoral, a todos los niveles, sea extraordinariamente incierto. Han pasado a la historia aquellas jornadas electorales en las que se sabía de antemano cuáles iban a ser los resultados, escaño arriba, escaño abajo, concejal arriba, concejal abajo.

Como se las gastó –y se las gasta– en cada elección el criticado, polémico y malvado Víctor d’Hondt. No ha dejado ni deja indiferente a nadie. Todos odian al Señor d’Hondt. No es para menos.

José Manuel Cantera Cuartango es funcionario de la Administración Local con habilitación de carácter nacional.

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