Diario de Valladolid

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HOY sabremos si Sánchez convoca elecciones o se somete a una cuestión de majagranzas. Estamos, como advertía Ortega, ante el mismo prodigio: «El malvado descansa algunas veces, el necio jamás». Lo que sí sabemos es que el Presidente ama a Castilla y León con largueza. Su prueba: la publicación en el Boletín Oficial del Estado, del pasado 17 de enero, de los diez vocales que decidirán sobre la suerte del Archivo de Salamanca.

Qué tío. De un ataque, con una paridad ejemplar –con cinco historiadoros y cinca historiadoras–, y con una singular perspicacia –todos comiendo del mismo cazo y de la misma cantera ideológica–, acaba de certificar, con destino a Barcelona, el penúltimo saqueo de papeles del Archivo salmantino que se producirá en breve. Lo que demuestra su gran experiencia en manejar historicidios poniendo al frente a José Guirao Cabrera de Pulpí y a Carmen Calvo Poyato de Cabra que comparten un mismo origen montaraz.

Éxito asegurado, según la ministra Delgado. El Archivo de Salamanca se quedará en el chasis. Para eso han nombrado como vocal a un experto en carambolas como Aurelio Martín Nájera. No sé qué habrá de cierto, pero cuentan las leyendas urbanas que, siendo director del Archivo de Salamanca Antonio González Quintana, don Aurelio ya dormía y todo en el Archivo porque el celo por la causa le consumía: se las arregló para que los documentos duplicados fueran a parar a la Fundación Pablo Iglesias.

La cosa tiene la misma guasa que la de Juan Palomo yo me lo guiso yo me lo como. Alguien que se llevó, o trasladó papales del Archivo de Salamanca con tanta alegría progresista, es ahora nombrado miembro del Patronato para que no se los lleven independentistas catalanes. Increíble. Esto sólo sucede en las películas de Groucho Marx «donde el pecho del héroe es mayor que el de la heroína». Guau.

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