Diario de Valladolid

La institutriz de la gimnasia

La olímpica Ana María Pelaz es la responsable de preparar al equipo júnior para su salto al primer equipo

Ana María Pelaz posa en las instalaciones del CAR en Madrid junto al equipo nacional júnior.-RFEGIMNASIA

Ana María Pelaz posa en las instalaciones del CAR en Madrid junto al equipo nacional júnior.-RFEGIMNASIA

Publicado por
Guillermo Sanz

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El futuro de la gimnasia rítmica española se hidrata con agua del Pisuerga. La vallisoletana Ana María Pelaz se ha licenciado como arquitecta sobre el tapiz, especializada en diseñar los cimientos que aguantarán el deporte en el futuro. En sus espaldas, años y años de aros, cuerdas y demás aparatos como gimnasta. En sus manos, las futuras olímpicas españolas.

La lagunera cambió el tapiz por la zona técnica poco después de colgar las zapatillas tras participar en los Juegos Olímpicos de Pekín. Tras apagarse la llama olímpica, Ana María Pelaz volvió a casa para estudiar Educación Primaria pero, al poco tiempo, la gimnasia rítmica volvió a llamar a su puerta. El club madrileño de Arganda volvió a prender una chispa que la llevó en 2014 a iluminar el camino hacia el equipo nacional júnior, al que entrena actualmente. «Fue una sorpresa para mí. Mi cara fue de asombro, pero a la vez tuve unas ganas enorme de aprender», recuerda.

Sara Bayón y Ana Baranova, sus antiguas entrenadoras pasaban a ser al mismo tiempo sus compañeras y sus maestras en esta nueva piedra que pulir. «No era una decisión que yo pudiera tomar a la ligera, porque es una gran responsabilidad», asegura Pelaz, que explica dónde cree ella que estuvieron las claves para sentarla en su nuevo sillón: «Querían a alguien que supiese del deporte y a mí ya me conocían. El ser gimnasta te puede ayudar a entender ciertos momentos», reconoce.

La niña que deslumbraba en Laguna de Duero se ha convertido en la institutriz de la gimnasia rítmica nacional; una metamorfosis alimentada por el trabajo y las ganas: «Desde que comencé a ser entrenadora en las escuelas municipales de Laguna hasta ahora he evolucionado muchísimo. Es verdad que lo tienes interiorizado, pero se lo tienes que transmitir a las deportistas. He evolucionado bastante, pero tengo que seguir aprendiendo», reconoce. Tiene para ello tiempo por delante y una universidad como el CAR de Madrid donde trabaja todos los días con las jóvenes gimnastas del equipo nacional.

Ana María Pelaz se ha convertido en la «hermana mayor» de un grupo de niñas de 12 y 13 años a las que guía con la misma mano con la que le hubiera gustado que la guiaran a ella. «Me pongo en la situación de los padres y las niñas. Lo he vivido, y estar con 12 años fuera de casa puede hacer que eches de menos a sus padres. Yo intento ser cercana y evito hacer cosas que a mí no me gustaba que me hiciesen. Es verdad que de entrenadora tienes momentos duros; me sabe mal echar una bronca a una gimnasta, pero intento saber lo que puede estar pasando por su cabeza en ese momento, que sepan que no trabajan en vano y que hablo desde la experiencia», explica.

Las largas jornadas de trabajo sobre el tapiz no tienen como destino una parcela en los puestos altos de los podios. No, al menos, en la categoría júnior. Al poco de que Ana María Pelaz cogiera las riendas del equipo, España consiguió un décimo puesto en Europa. «Se trabaja con las niñas no sólo para las citas importantes, también para que haya relevo en el equipo sénior», explica la entrenadora.

La generación de gimnastas ha ido madurando hasta convertirse en el futuro en un recambio de garantías para las mayores. Este año, ya cogió sus frutos con un oro en un torneo internacional en Egipto. «Lo primero es que las niñas muestren el trabajo hecho hasta ahora para que cojan sensaciones de cara a sénior. Si las presionas mucho en júnior y no digieren la competición, luego no lo harán bien en sénior. Las medallas en categoría júnior son caras. Queremos que aprendan con calma, sin presiones, y no reventarlas. Queremos una evolución de gimnastas y que tengan una carrera deportiva muy larga», explica Ana María Pelaz.

Tal vez no quede tan lejos el día en el que el equipo nacional se ejercite a la sombra de los aros olímpicos con un conjunto que tenga en su motor la firma intrínseca de Ana María Pelaz. «En el equipo actual fueron casi todas las que compitieron en 2015. Si ya me ilusiona verlas en un Mundial imagínate ver en unos Juegos Olímpicos a unas niñas a las que he visto crecer», concluye la entrenadora del equipo júnior de conjuntos.

DE LAGUNA AL OLIMPO

Ana María Pelaz conoce la selección española desde dentro. Con 14 años recibió la llamada soñada para desplazarse a Madrid para continuar su preparación como gimnasta. Atrás, quedaron sus años de alumna en las escuelas de Laguna de Duero, donde comenzó a formarse. Por delante, una carrera en la que destaca la plata en la Copa delMundo de Rusia, el bronce en la Copa del Mundo de Baku y, sobre todo, la quinta plaza cosechada en el Mundial de Patras.En Grecia, cuna delolimpismo, la selección española selló su billete para Beijin 2008, donde hace una década firmó su primera y única participación en unos JJ.OO.

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