Transición injusta
EL trabajo de los mineros acaba de ponerse en valor, y de qué manera, con su enorme esfuerzo para rescatar al pequeño Yulen.Una labor, la de los ocho miembros de la brigada de salvamento de Hunosa, que lleva a algunos a promover la recogida de firmas para que reciban el Premio Princesa de Asturias de la Concordia, pero que para ellos no fue más que hacer aquello que saben y que llevan mucho tiempo ejecutando, aunque algunos sólo ahora reconocen como excepcional.
Si algo han demostrado estos ocho mineros es su capacidad de sacrificio y su enorme profesionalidad en unas condiciones muy duras. Vamos, su día a día a lo largo de años y años de trabajo. El de ellos y el de los que les precedieron.
Bien haría el Gobierno de Pedro Sánchez y su ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, en volver la vista a estos ocho mineros, como fiel reflejo de todos aquellos a los que esa transición ¿justa? va a dejar por el camino. Hay que apostar por la mejora del medio ambiente, sí; es necesario ir a energías menos contaminantes, también. ¿Pero hay que hacerlo ya? Y, sobre todo, ¿existe un plan real y con dinero público para ejecutar esa transición sin que nadie de las cuencas mineras, ni un trabajador, ni sus familias se queden en la estacada? La respuesta a las dos preguntas es la misma, no.
Que los gobiernos de Madrid del PP y del PSOE, mira en esta materia sí que se han puesto de acuerdo, han abandonado a su suerte a la minería, a las cuencas, a los mineros y a sus familias es algo tan real como que hoy es martes. Pero lo que no se había visto, al menos no hasta la llegada de esta nueva ministra de Transición Ecológica, es que fueran a ser más papistas que el papa. O dicho en román paladino, los más de lo más en lo que a ecologismo se refiere. ¿O es que acaso la transición que plantea Alemania con el fin de sus minas para 2038 es injusta? Y si lo es, ¿con quién se comete la injusticia? ¿Con Europa? ¿Con ese resto del mundo donde están gigantes como China y Estados Unidos a los que el medio ambiente parece importarles más bien nada?
La verdadera injusticia es la que, una vez más, se está cometiendo con las cuencas mineras de esta tierra, con sus trabajadores, familias y sus gentes –cada vez menos–, a las que llevan años condenando al abandono de su vida y sobre quienes la ministra Ribera quiera ahora cargar su transición injusta.