Diario de Valladolid

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DE NUEVO –el miércoles pasado–, la Asociación cívica Salvar el Archivo de Salamanca reivindicó la devolución de documentos que, legalmente, fueron robados y enviados a Cataluña sin ton ni son, según diversas sentencias judiciales, entre ellas la del Tribunal Constitucional. Se trata de más de 400.000 legajos que, fruto del expolio y de la aplicación piquetera y sectaria de la Ley de Memoria Histórica, no piensan devolver la Generalidad del separatismo.

Les da exactamente igual que lo digan los tribunales o el sursum corda. Para ellos el producto de la rapiña se ha convertido en derecho adquirido. Y más cuando los defensores del Estado, que eran los custodios legítimos de ese legado histórico, se pusieron del lado de los ladrones por cuestiones políticas y de permanencia en el poder. Entonces, ocurrió lo que advertían los paladines del derecho romano: dulce pomum dum abest custos, el fruto es dulce en ausencia del guardián.

Y tan dulce. Como que los guardianes se echaron la siesta en los consejos de ministros y en las poltronas ministeriales, y los ladrones se lo llevaron crudito sin forzar las cerraduras. Incluso fueron protegidos de noche por la policía política para que la alevosía no tuviera coartadas. Los guardianes políticos no sólo se pusieron del lado de los ladrones, sino que, además, se fabricaron a la medida la Ley de Memoria Histórica para que el latrocinio se convirtiera en dulce pomum, dulce fruta. Increíble pero cierto.

Está bien que la Asociación cívica reclame, según la propia ley de Memoria Histórica, los documentos que nunca debieron salir del Archivo de Salamanca. Pero esto es la pescadilla que se muerde la cola. Mientras exista una Ley sectaria que hace del historicidio un derecho, continuará el expolio, y el saqueo de los hechos y del legado histórico de un pueblo.

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