Diario de Valladolid

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Aunque en la campaña electoral quede poco espacio para su expresión, aturdidos como van a estar los concurrentes por el estruendo que promueven desde Madrid sus agrupaciones dinamiteras de tuercebotas, quienes diseñan y afinan cerca del territorio los programas autonómicos coinciden a grandes trazos en señalar la despoblación como el primero de nuestros problemas, con capacidad y proyección para imantar y concluir lastrando al resto de los asuntos.

Por eso, ofende comprobar hasta qué punto los barandas autonómicos, provinciales y locales andan más espabilados para seguir las instrucciones centrales, cuyo problema de saturación es radicalmente opuesto al nuestro, que atentos a facilitar la existencia de quienes, a pesar del abandono, resisten sobreviviendo en los pueblos. Aparte del rango, existe notable diferencia de altavoz, que hace estar pendientes de los voceras, con perjuicio y desatención de quienes se siguen expresando sin alaridos.

Así que conviene atender a los robinsones de un universo rural al que las administraciones sólo prestan atención para aplicarles un IBI con codicia solariega. El resto de la precaria supervivencia que se lo arreglen como puedan. Ni siquiera se muestran diligentes para reparar sus propios destrozos. Alza uno la vista, mira alrededor y comprueba que el desprecio a la ruralidad se ha encofrado en los cortijos autonómicos y provinciales. Por eso no se aplican correcciones a la despoblación tan sencillas como una discriminación fiscal positiva.

Porque aquí quien más o quien menos sigue impregnado del tinte montorino, pájaro que pretendió funcionarizar a las pedanías con lógica aplastante: si cotizan y pagan como todos (y el IBI rural es la prueba elocuente de esta barbaridad), que no escurran el bulto funcionarial. La prensa muestra ejemplos de abandono como el rechazo del transporte escolar a recoger a los niños en su pueblo, forzando a que se desplacen hasta cinco kilómetros diarios para tomar el transporte que los acerca al instituto. En La Riera de Babia. Así diluvie, nieve o se congele el termómetro.

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