Diario de Valladolid
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Publicado por
Antonio Piedra

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SI SIEMPRE se espera a mayo con ansia —Mayo, dame flores y amor que me explote, dice el poeta—, ahora más que nunca se espera al agua de mayo como un fenómeno torrencial que se lleve por delante tanta mentira, engaño, privilegio sostenido, y corrupción presupuestada. La cursilería de las flores de mayo se fue por la barranquilla tras las elecciones andaluzas. Adiós al simulacro de los ERES, a los sueldos con peso de vaca, y a las falacias ideológicas.

Ya no se trata de un forúnculo en el culo como dije aquí hace poco, sino de una guerra abierta. Todo se prepara —también desde Castilla y León— para que en las elecciones de mayo tenga lugar la tormenta perfecta entre unos bloques definidos. Independentistas, golpistas, sanchistas y podemitas todos a muerte contra el PP y Vox. Mientras, los de Ciudadanos, como si no existiera internet, piensan que la política es un circo en el que los monos enjaulados no se enteran ni de la doma ni que son simios. Ya.

Lo que quiere decir que las elecciones de mayo serán capitales, porque el agua que caiga en este mayo dará pan para cuatro años. De partida, surgen aquí las incongruencias políticas más escandalosas. Hay una bestial. Desde la simple lógica lingüística y de las ideas, resulta esperpéntico observar cómo algunos —Podemos, independentistas y sanchistas— se rasgan las vestiduras en bloque cuando ven que un partido defiende lo normal: que existe una nación llamada España.

El problema que tenemos en la España secreta es que los políticos creen en mayo como los hortelanos en las verduras: que haya mucha paja y poco grano. Desde sus televisiones, tertulias, chiringuitos de partido, y sus medios de comunicación, han querido acostumbrar a los españoles a lo anormal. No lo han conseguido, porque internet ha suplantado lo políticamente correcto con indiferencia y con un gran sentido de humor responsable: necesitamos que venga lo normal.

En cualquier nación europea lo normal es defender la identidad que ha creado y fortalecido históricamente la columna vertebral de tu país. En España no. Al que defiende lo normal le llaman facha. No parece muy normal que haya más funcionarios politizados, asesores, y enchufados políticos, que trabajadores. Aquí lo anormal es que un empresario cree puestos de trabajo, porque lo normal es defender la ruina del país friendo a impuestos a toda iniciativa empresarial.

Lo normal en todo país democrático es la unidad nacional e igualdad ante la ley. Ha costado siglos y demasiadas vidas defender este binomio. Bueno, pues en España la unidad es una rémora y la igualdad un cuento chino. Lo normal es estar clara y rotundamente contra la violencia, la maldad, la crueldad, el abuso de poder, o el asesinato de mujeres. Tan normal como que no haya asesinatos de hombres, niños o ancianos. Razón: los locos de un género son locos o locas que hay que detener y tratar. Simplemente.

Mayo, por tanto, se presenta como un mes lleno de enigmas como las flores ¿Por qué en las encuestas el voto de derechas se calla y el de las izquierdas se resalta? ¿Por qué en las reuniones familiares o en las tertulias, el pensamiento conservador se solapa, mientras que el de izquierdas habla ex cátedra como si fuera palabra de Dios, te adoramos Señor, y hala, «voxsonaros» a la hoguera según el rito del sanchismo más sonado? ¿Por qué estas anormalidades se etiquetan con la palabra democracia, y lo otro como fascio?

Pues porque mayo, como se dice en cualquier pueblo de Castilla, es un mes típico de titiriteros: el que no pone humo, echa los dedos. Y esta tendencia tan nefasta como cleptómana hay que cambiarla como acaba de hacerse en Andalucía: con un voto sin alharacas, y con una contundencia y decisión ejemplares. El PP de Rajoy era un balón desinflado, y la izquierda una ideología que tapa la realidad durante las 24 horas del día. Necesitamos políticos que vean la realidad como algo normalito.

Cuando la izquierda dice que vengan todos los inmigrantes, o que se persiga por ley a los hombres porque en sus genes anida la violencia machista, son palabras e ideología trucadas. Una mentira que esconde una falsa moral. El día que Iglesias llene Villatinajas de inmigrantes y de mujeres maltratadas, como el padre Ángel, cambiaré de criterio. Hasta hace poco, una certeza constatable: la Guardia Civil protegía la mansión del chavista, y estos servidores del Estado no podían mear en los mármoles del marajá.

Nos esperan unos meses apasionantes pues, como dicen los bodegueros de Castilla, la mejor cepa en mayo me la echa. El sentido del voto se augura imparable. La verdad ya no es una flor en el ojal, sino una contundencia en el espinazo. Falsear esto ya no es tolerable. Tampoco decir con absoluta desfachatez las cosas que se dicen sin consecuencias. La gran pelea en España no es la izquierda contra la derecha, sino el de la verdad frente a la impostura: la compota del sanchismo —ganarás el pan con el sudor y los impuestos del de enfrente— frente a la España trabajadora y luminosa. Que venga ya el agua de mayo.

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