Diario de Valladolid

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EN la lengua de Pessoa, escritor portugués, con la que hablaban sus heterónimos Alberto Caeiro, Álvaro de Campos y Ricardo Reis, ‘O Rei’ significa ‘el rey’. Con permiso de Edson Arantes do Nascimento, usurpo el título para otro carioca. La realeza ha servido para definir la cúspide de la pirámide social. El otro día, en Peñafiel, conocí a un rey. Su nombre de pila es Ronaldo Luis Nazário de Lima. Por cuestiones que no vienen al caso, acompañé a tan ilustre personaje en el nombramiento de los alcaides de honor del Castillo de Peñafiel, otrora escenario vinculado a don Juan Manuel y a los consejos del ayo al Conde Lucanor y, hoy en día, faro cultural del turismo del vino en el Valle del Duero.

Junto al rey dos jóvenes, también de sangre roja azulada, dejaban de ser del ‘Promesas’, para jugar en la división de honor, también como alcaides de honor. Pedro Ruíz y a Almudena Alberca, dos perlas del joyero del Duero a los que ‘O Rei’ miraba admirado con esa sonrisa tan particular. Y es que Ronaldo no necesita apellidos, ni referencias geográficas, ni entradillas aclaratorias. Ronaldo, así, como suena, es capaz de despertar la mayor expectación en segundos en los cinco continentes. Los vallisoletanos vivimos un sueño en el que, al despertar, siempre está Ronaldo. Sigmund Freud dejó escrito que los recuerdos y las emociones de nuestro subconsciente suelen permanecer enterrados hasta que suben a la superficie, «al terreno de juego».

Ya no sigo por este jardín en el que me he metido, pero sí que quiero subrayar que un hombre de 42 años, casado, con dos hijos, que ha sido el mejor delantero centro de la historia, que ya está dentro del libro del deporte mundial y que moviliza millones de seguidores en las redes sociales, es un icono más de nuestro corazón blanquivioleta. Dicen algunos de aquellos que se sentaron en las gradas del viejo Estadio Zorrilla que hacía mucho que no soñaban tanto y, ahora, lo hacen con Ronaldo, alcaide del vino. Un Ronaldo que se ha anotado un nuevo aplauso de sus súbditos apoyando, además de al deporte rey, al motor de la economía del Duero. La viña, en esta tierra, nunca anduvo lejos de los campos de fútbol. Prueba de ello es que una sustanciosa parte del tributo real se la entregan 300 viticultores desde su bodega Cuatro Rayas de La Seca, cada domingo, celebrando los goles del Real Valladolid. Tres hurras por Ronaldo y viva ‘O Rei’, el Pucela y el vino.

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