Diario de Valladolid

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EL TIEMPO. No si llueve o hace sol, calor o frío, que eso es cosa de la meteorología, sino el transcurso del segundero, materialización humana, división entre sesenta del tiempo que decimos que vamos a tardar cuando algo lo resolveremos con rapidez, o eso pretendemos, aunque sabemos que quizá sean cinco, o quizá diez. Dame un minuto.

El tiempo es el vector básico de la existencia humana; sin él, nada. Sin duda la calidad y cualidad de la vida reside en la ética, pero hay que estar vivo. Hay que tener tiempo para demostrar el qué y el para qué, así que el cuándo es un cauce imprescindible. Desde la libertad, potencia dada en exclusiva a las personas que deseen hacer uso de ella (la ley no penaliza dejarla aparcada en el garaje y desde la política, especialmente desde posiciones como Podemos, agradecen su delegación en sus brillantes mentes dirigentes y colectivizadoras) nos toca elegir qué hacer con la vida, o por decirlo mejor, qué suma de actitudes van a componer nuestra partitura existencial.

El tiempo, así, es el terreno de juego de la vida. A la vez es instrumento, herramienta con la que trabajar o dato para escabullirse; bien sabe el delincuente que, por el paso de los años, su delito prescribe. Existió, puede quedar probado, escrito… pero la condena resulta imposible.

Desgraciadamente, también el tiempo nos hace olvidar aquello que supuso un apoyo fundamental, una lealtad reconfortante.

Tiempo, somos tiempo, el que hemos vivido y el que creemos que nos puede quedar. Si el cuerpo es, fundamentalmente, agua, el pensamiento se va llenando de recuerdos, y va reajustando, seleccionando y jerarquizando proyectos. La proporción entre el pasado y el futuro mide el grado de potencial nostalgia.

Domarla, confinarla tan solo a las esquinas del tiempo, es uno de los mejores planes para construir un ahora satisfactorio. La Navidad, liberada de sus artificios eléctricos y consumistas, es un buen momento para adorar el presente. (Re)nacer siempre merece la pena, incluso junto a quien nos dice adiós.

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