Europa en mi pueblo
HACE unos días se celebraba en Zamora un seminario organizado por la Oficina en España del Parlamento Europeo. Con presencia de eurodiputados, se analizaba la despoblación, un problema que afecta a diferentes territorios de España entre los que destacan algunos de Castilla y León. Para quienes vivimos en lugares como Soria, donde los efectos del problema son muy duros, que el Parlamento Europeo organice un debate sobre la cuestión es alentador, y al menos sirve para hacer llegar un mensaje a quienes están en la primera línea del frente en el duro combate contra la despoblación, que no están solos o que al menos en la cómoda retaguardia de las ciudades superpobladas saben que hay europeos que libran una batalla que de algún modo afecta a todos.
La cita de Zamora forma parte de una gira por España bajo el lema Europa en mi ciudad, que supone organizar jornadas en diferentes localidades y sobre distintas cuestiones, en un intento de acercar a los ciudadanos el trabajo del Parlamento Europeo, con actividades paralelas con los jóvenes en los lugares donde se desarrolla el seminario. Se integra en una campaña para prestigiar la política europea en la que la Eurocámara está realizando diferentes acciones. Hay cierta premura y algo de ansiedad en el Parlamento Europeo porque las elecciones europeas del próximo 26 de mayo tienen como reto la participación ante el auge de populismos en el continente que están intentando acabar con la idea de una Europa unida y solidaria. Vamos, que Europa se acerca «a mi ciudad» ahora que necesita nuestra ayuda, que mostremos nuestro orgullo por ser europeos. En Bruselas hay cierto malestar con el hecho de que los políticos de los países miembros achaquen a la Unión Europea todos los males nacionales y se olviden de la participación europea a la hora de colgarse medallas en las inauguraciones.
Tienen buena parte de razón y Europa merece también un esfuerzo de los ciudadanos ahora que está en peligro, como poco a la hora de acudir a las urnas el 26 de mayo, pero los responsables de instituciones como el Parlamento Europeo deben ser conscientes de que tienen que descender no solo a las ciudades, sino también a los pueblos, a esos que están en peligro de extinción y que sirven de lema para una jornada, pero no solo ahora que hay un riesgo, sino a lo largo de toda una legislatura, en el día a día. Así, un seminario como el de Zamora sobre la despoblación resultaría mucho más efectivo, porque no podría asociarse a una acción de marketing ante una situación crítica. Seguro que será así y que acabaremos viendo más claramente a «Europa en mi pueblo», y así Europa estará a salvo, que lo merece.