Diario de Valladolid

ESPEJOS PARA LA BASE / LUIS CACHO

El río de la eterna juventud

El palista del Club Cisne continúa a sus 69 años recorriendo el Pisuerga cada día con su kayak y participando en competiciones

Luis Cacho posa con su piragua en el embarcadero del Club Cisne, desde el que comienza todos los días a entrenar.-J.M. LOSTAU

Luis Cacho posa con su piragua en el embarcadero del Club Cisne, desde el que comienza todos los días a entrenar.-J.M. LOSTAU

Publicado por
Guillermo Sanz

Creado:

Actualizado:

Ponce de León surcó medio mundo y en su eterno viaje por los mares soñaba con encontrar la fuente de la eterna juventud. El explorador sumó sin suerte miles de millas marinas sin pensar que el secreto de la juventud perpetua se encontraba a pocos kilómetros de su Santervás de Campos natal: en el río Pisuerga. El frío y la niebla vallisoletana conservan a todos aquellos que surcan sus aguas. Para muestra, un palista: Ángel Luis Cacho, que a sus 69 años continúa fiel a su cita diaria con el agua.

La embarcación del piragüista rebosa experiencia. Más de medio siglo ha pasado desde que cogiera su primer remo en la temporada 65-66 enrolado en las OJE. Sin saber muy bien porqué, Ángel Luis Cacho decidió dejar el balón de fútbol tras el telón de escena y dar el guión de su vida al piragüismo. «Tenían las piraguas en las piscinas de la OJE. Las veía y me llamaban la atención. Como era minoritario aún me atrajo más, Además me pareció muy bonito, porque estás en contacto con la naturaleza», recuerda.

Eran tiempos en los que el piragüismo aún usaba pañales. En Castilla y León sólo los Tritones de Alar del Rey y el Cisne, club al que juró fidelidad desde su nacimiento, eran los portadores de una bandera estampada con un remo. Así, cada día, los valientes que se vieron hipnotizados por este deporte cogían las embarcaciones y recorrían (hasta que tuvieron un lugar propio en las antiguas piscinas de Las Moreras) la distancia que separaba la calle Muro, (donde se encontraba la sede de la OJE) y el río. Una fila india que llamaba la atención de los viandantes.

La pasión por el piragüismo era tan fuerte que hacía incluso olvidar que el frío era un compañero de viaje, tanto en el río como fuera de él. «Antes no había la ropa que hay ahora, pero como éramos jóvenes no teníamos frío. Incluso, en invierno después de entrenar rompíamos el hielo de la piscina y nos lavábamos para quitarnos el sudor. Con 16 años puedes con todo», bromea Cacho.

El campeonato provincial de Castronuño fue el primer aula en el que el palista del Cisne llevó a la práctica lo aprendido en Valladolid. El primer destino de un largo tour por todos los ríos de España. «Entonces no había lo que hay ahora a nivel de competición. Lo que más se hacía eran los ríos y los descensos como El Sella o el Bidasoa», explica. Conocedor de todos los puntos en los que la piragua viste de fiesta un río, el vallisoletano tiene marcado un destino en su lista de favoritos: el Asón. «Parece que le tenía más cariño. Era más difícil de bajar que otros. Tenía más complicación, aunque el Pisuerga tenía cinco presas no señalizadas que no lo bordeabas ahí te quedabas», relata.

Cacho estuvo presente en el primer Gran Premio de España, celebrado en 1977. Una plata en ríos y un bronce en travesía en K-2 fueron los metales en los que bañó su nombre en la historia del piragüismo; unos trofeos que no pudo ir a Madrid a recoger porque la obligación laboral le cerró la puerta de salida hacia la capital.

Ángel Luis Cacho ha ido quemando etapas hasta convertirse en máster, categoría en la que es un habitual de los podios a nivel nacional. El palista colecciona trofeos y medallas en su vitrina, entre ellos un tercer puesto en la Copa del Mundo celebrada en Zamora en 2006. Además, en su currículum está marcado en negrita su presencia en dos Mundiales (Oporto 2009 y Bañolas 2010, en los que consiguió dos respectivos sextos puestos) y un Campeonato de Europa en Vilaverde, 2013.

Sin embargo, su mejor triunfo no fue deportivo. No todos los héroes vuelan, algunos, como Ángel Luis Cacho, se mueven en kayak. En el año 2010, bajando el río Asón, en plena pelea por el primer puesto, un piragüista se tiró a una de las presas, donde se quedó atrapado. Al verlo, el vallisoletano no dudó en aparcar la carrera y poner en juego su vida para ayudarle a escapar de su posible verdugo. «Le salvé la vida. No me importó pararme para ayudar aunque no quedara primero. Me lancé a la presa sin pensarlo y le saqué del rebufo. En la entrega él cogió el micrófono y contó lo que había pasado. Me dijo que cogiera el trofeo que quisiera de la mesa. Ese es el trofeo al que más cariño tengo», admite.

Con esa medalla al honor en su recuerdo, el palista continúa fiel al río que le vio crecer. La jubilación deportiva no tiene hueco en su hoja de ruta, es más, en marzo acudirá al Campeonato de España de Sevilla. «Mientras me encuentre bien en el río seguiré remando», asegura. Una hora de remo cada día es el mejor remedio para contener con cadenas a la tercera edad, que sólo sea un número en el DNI. Ahora entrena con un grupo de coetáneos suyos, los jóvenes van a otro ritmo, pero no reman con la misma ilusión. «Con los sénior y juveniles no puedo ir, porque sólo de salida ya no les veo, pero eso a mí no me preocupa. Te tomas tu ritmo y disfrutar igual que con 20 años», concluye.

tracking